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Como EE UU no cambia el bloqueo a Cuba, deberá cambiar la ONU

LA SEMANA POLÍTICA

CUBA LOGRÓ EN ONU LA VICTORIA NÚMERO 30 CONTRA BLOQUEO YANQUI



SERGIO ORTIZ

3 de noviembre de 2022


TREINTA DERROTAS DEL IMPERIO

El imperialismo presume de sus victorias militares del siglo XX y XXI para sacar patente de invencible. Incluso se adjudica aquellas en las que fue socio menor, caso de la derrota del Tercer Reich donde el actor fundamental fue el Ejército Rojo soviético. Washington busca silenciar sus derrotas, entre ellas las de Corea (1950-1953), Playa Girón (1961), Vietnam (1964-1975), etc.


En el terreno político los EE UU han tenido muchos traspiés, incluso en lo que considera su “patio trasero” latinoamericano y caribeño. Uno de los más notables es en su plan de voltear desde 1959 el gobierno revolucionario de Cuba. Poco después el mal vecino inició el bloqueo, formalmente establecido en febrero de 1962 por John F. Kennedy y desde entonces mantenido por todas las administraciones que se alternaron en la Casa Blanca. Entre 2014 y 2016 hubo un breve respiro a finales de la administración Obama, que flexibilizó algunos ítems y comenzó a negociar la normalización de las relaciones diplomáticas con La Habana, sin abandonar la idea de tomar la fortaleza “desde adentro” profundizando problemas internos. No lo logró y encima desde 2017 vino el huracán “Donald”, que agravó el bloqueo con 243 medidas contra Cuba.


A once días de dejar la Casa Blanca, en enero de 2021, ese neonazi Donald Trump agravó el bloqueo pues incluyó a la Patria de José Martí en la lista de Estados que auspician el terrorismo. Lo hizo complotado con el colombiano Iván Duque, que reclamó a Cuba la entrega de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional que venía negociando con Bogotá desde 2018, en onda similar a las negociaciones con las FARC-EP concluidas en la isla en 2016. Como garante de esas negociaciones con el ELN, La Habana no aceptó esa ilegalidad y chantaje; entonces la Casa de Nariño y el Salón Oval lo tomaron como pretexto para incluir a la isla entre los “patrocinadores del terrorismo”.


Se suponía que el demócrata Joe Biden -que fue vicepresidente de Obama en 2014, cuando se inició la mencionada negociación bilateral – podía retomar esa agenda y terminar con el bloqueo iniciado por su correligionario Kennedy. Craso error. Ese bloqueo criminal sigue igual que con Trump, como para reafirmar que en la plutocracia (democracia de los ricos, por ricos y para los ricos) hay muchos temas donde no hay casi diferencias entre demócratas y republicanos.


En 1992 Cuba presentó por primera vez su resolución condenatoria del bloqueo ante la Asamblea General de la ONU. Y fue aprobada por 59 países. Los votos adversos fueron sólo 2, del propio bloqueador y su aliado íntimo, Israel. Los años siguientes (salvo en 2021 por la pandemia) hubo votaciones similares, todas favorables a Cuba. Y la 77° Asamblea General de Naciones Unidas votó este 3/11 por trigésima vez: 185 votos por Cuba, 2 por el bloqueo (EE UU y su aliado sionista) y dos abstenciones (los gobiernos neonazis de Ucrania y Brasil).


TREMENDOS DAÑOS

Pobre Cuba, además de los grandes daños económicos del bloqueo, que ante cada Asamblea General de la ONU su cancillería los actualiza y detalla, en los años 2020 y 2021 hubo una tremenda pérdida de ingresos a causa de la pandemia y el confinamiento en todo el planeta. Eso cortó abruptamente la llegada de turistas a la isla, aproximadamente 4 millones cada año. Los dólares que éstos gastan allí son una de las mayores fuentes de ingresos y se cortaron totalmente; el COVID-19 fue una desgracia en todo sentido para la patria de Fidel.


De todos modos, esa pandemia sacó a luz la fortaleza de esa revolución en el plano de la salud y su industria biofarmacéutica, pues pudo fabricar cinco vacunas (Abdala, Soberana 1, 2 y Plus, y Mambisa); de ellas tres se usaron masivamente en el país y fueron aportadas a muchos pueblos que las necesitaban cuando EE UU y otros países ricos retenían las vacunas.


Como si todo ese daño no fuera suficiente, hubo desgracias como el incendio en agosto pasado de cuatro supertanqueros en Matanzas, provocando 16 muertos, pérdida de combustibles y cortes eléctricos. Y en septiembre pasó por Pinar del Río el huracán Ian, dejando cinco muertos y 90.000 viviendas dañadas. Como decimos en Argentina, los cubanos parecían “meados por los elefantes”.


En septiembre pasado el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla presentó el informe sobre los daños provocados por el bloqueo. “Los daños ascienden a 154.217,3 millones de dólares, lo que es más de un billón 391 111 millones de dólares, tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro”, detalló.


El informe también cuantificó lo dañino de la continuidad de esa medida ilegal y extraterritorial (que afecta a terceros países) durante la administración Biden. En los 14 primeros meses de ese gobierno Cuba tuvo perjuicios por 6.364 millones de dólares. Eso significó una afectación de 454 millones de dólares mensuales y más de 15 millones diarios.


Para un país pequeño, con 11 millones de habitantes bloqueados desde hace sesenta años y con esos agravantes (pandemia, desastres naturales, etc), el bloqueo califica como genocidio y no sólo atendiendo a la letra de la Convención Internacional de 1948 para la Prevención del Delito de Genocidio, aprobada en Ginebra.


Rodríguez Parrilla denunció que durante la pandemia el imperio suspendió algunas sanciones contra países, atendiendo a las circunstancias excepcionales de 2020 y 2021. Sin embargo con Cuba no lo hizo, afectando la provisión de oxígeno, material médico, ventiladores pulmonares, insumos para medicamentos, etc. El coronavirus hizo mucho daño a la isla, pero su mal vecino fue tanto o quizás aún más dañino e inhumano.


Cuba fue solidario con sus 57 Brigadas Médicas Henry Reeve en 40 países y ayudando con sus vacunas a muchos países, en contraste con la conducta típicamente capitalista de EE UU y socios europeos ricos, que junto con sus laboratorios privados sólo pensaron en sus ganancias.


Eso se reflejó el 3/11 en la Asamblea General, en Nueva York. La abrumadora mayoría de las naciones votó la moción cubana, salvo el genocida mayor y el genocida “menor” que sufren los palestinos, otros pueblos árabes, iraníes, etc.


El voto de África, por ejemplo, era previsible. ¿Votarían por Cuba que siempre les tendió una mano, o lo harían por el imperio que junto a otras potencias coloniales fue y es cómplice del saqueo de ese continente?


SER SOLIDARIOS CON CUBA

EE UU no cambiará el bloqueo, salvo que allí se dé un revolución social o un cambio político progresivo muy profundo. Hoy no se avizora. Al contrario, crece la posibilidad del retorno del energúmeno Trump, algo que podría aclararse en noviembre en las elecciones de medio término.


Entonces tiene que cambiar la ONU, porque es bueno que vote contra el bloqueo pero resulta doloroso y casi una farsa que lo haga treinta veces condenando esa conducta ilegal y criminal de Washington sin que se ponga en práctica lo votado. El bloqueo sigue allí, tan pancho, impertérrito y criminal como en 1992, cuando la primera votación.


No estoy planteando una revolución en la ONU, sólo una reforma de su Carta de las Naciones Unidas, para que una resolución votada por la Asamblea General con una mayoría de dos tercios de los presentes resulte obligatoria sin que se la pueda vetar en el Consejo de Seguridad (es la espada de Damocles de EE UU para impedir la puesta en práctica de resoluciones adversas. Así como hubo tres enmiendas a la Carta de Naciones Unidas desde su creación en 1945, ahora es necesaria una cuarta: en el Capítulo IV sobre Asamblea General, artículo 18 sobre Votación.


No es la única reforma que necesita esa vetusta organización, que hasta debería cambiar de sede y mudarse a un país latinoamericano, como en 2013 propuso el presidente boliviano Evo Morales. Hoy la vida demanda ese cambio puntual sobre las resoluciones de la Asamblea General: que sean resolutivas, si las votan dos tercios de miembros presentes y son reiteradas.


Para hacer ese cambio no se necesita ser simpatizante ni amigo de Cuba, sino, en todo caso, ser respetuoso del funcionamiento de las instituciones internacionales. De lo contrario éstas servirían de poco.


La interpelación a ser más solidarios con la isla socialista interpela a organizaciones, naciones, líderes y pueblos. Está a la vista la campaña anticubana de las elites estadounidenses y la cloaca de la gusanería de Miami, con presupuestos varias veces millonarios para promover la contrarrevolución en la Mayor de las Antillas. Eso abarca el bloqueo, los atentados terroristas, las mentiras y desestabilización por las redes, las acusaciones de “terrorismo” y “dictadura”, la instigación a motines y protestas callejeras violentas como el 11 de julio de 2021 y un largo etcétera.


Esa campaña sucia explica lo esencial de los sufrimientos isleños, pero eso no niega que errores, carencias y desviaciones burocráticas del propio gobierno también inciden, claro que en proporción muchísimo menor. Si sacaran el bloqueo podría verse mucho mejor cuál es el peso de uno y otro factor. Si Yanquilandia no lo quita es porque sabe perfectamente que el avance de Cuba se iría “Pum para Arriba”.


¿Y CRISTINA?

Entre los gestos de apoyo a Cuba estuvo la carta de 18 ex presidentes de América Latina dirigida a Biden y fechada el 2/11 pidiendo que levante el bloqueo. La firmaron Dilma Rousseff (Brasil), José Pepe Mujica (Uruguay), Ernesto Samper (Colombia), Juan Manuel Santos (Colombia), Evo Morales (Bolivia), Martín Torrijos (Panamá), Rafael Correa (Ecuador), Vinicio Cerezo (Guatemala), Leonel Fernández (Dominicana), Keith Mitchell (Granada), Kenny Anthony (Santa Lucía), David Granger (Guyana), Moses Nagamootoo (Guyana), Donald Ramotar (Guyana), Percival James Patterson (Jamaica), Said Musa (Belice), Winston Baldwin Spencer (Antigua y Barbuda) y Dean Barrow (Belice).


El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez agradeció esta iniciativa y la calificó como “un acto de amistad y honestidad que conmueve al pueblo cubano”.


El espectro es representativo de la comunidad regional. Una grandísima pena que no la haya firmado la dos veces presidenta y actual vice argentina Cristina Fernández de Kirchner. Su hija Florencia estuvo durante más de un año en Cuba siguiendo un tratamiento médico por un linfedema hasta regresar en marzo de 2020. CFK tendría que haber firmado la misiva a Biden. No fue la única pues lamentablemente Lula da Silva y Michelle Bachelet también se borraron.


La política tiene muchos defectos. Ser desagradecidos y ceder por conveniencias con EE UU es uno de los peores. Nuestra América pide solidaridad y compromiso con las causas justas, no el oportunismo y las genuflexiones socialdemócratas.


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