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Grandes penas argentinas; comparados con las palestinas no son nada

NOSOTROS A PASOS DEL ABISMO O MÁS AJUSTE; ELLOS VÍCTIMAS DE GENOCIDIO







LA SEMANA POLÍTICA

SERGIO ORTIZ. 10 de Noviembre de 2023


CERCA DEL DÍA “D”

En 9 días, balotaje mediante, se sabrá el color político del gobierno argentino que asumirá el 10 de diciembre. Es un día clave porque, más allá de las similitudes de derecha que ostentan ambos candidatos, también tienen matices y diferencias que no pueden pasarse por alto. En criollo, son parecidos pero no son lo mismo.


Son parecidos porque Sergio Massa, de Unión por la Patria, representa un gobierno que capituló ante el FMI y reconoció una deuda fraudulenta y pagó los vencimientos renegociados con la entidad, que venían del gobierno de Mauricio Macri. Y en consecuencia, fue ajustando el gasto público, retrasando los salarios y jubilaciones frente a la inflación, devaluando nuestra moneda y afianzando el perfil agro minero exportador de una Argentina semicolonial.


Pocos argentinos votarían alegremente a ese candidato, porque sería algo así como pegarse un tiro en el pie. A menos que, y de eso se trata, el otro candidato sea el del plan motosierra dispuesto a serrucharte los pies y peor aún, la cabeza. Después de cometer semejante crimen, Javier Milei procedería a vender tus órganos en un “mercado fantástico”, diría su posible canciller, Diana Mondino, la dueña del Banco Roela y cuyo hermano fue del equipo de Domingo F. Cavallo y artífice de la dolarización que hundió a Ecuador.

También desde el ángulo económico-social hay diferencias entre Massa y Milei, porque éste ha aclarado que no tiene problema con los ajustes que reclama el FMI para un menor gasto público y cero emisión monetaria pues él propone un ajuste mayor. Dinamitar el Banco Central, dolarizar y cerrar varios ministerios es su plan económico. Ahí no se agotan los tremendos peligros para el pueblo.


Es que desde el punto de vista político Milei y su candidata a vice, Victoria Villarruel, son fascistas que se cagan en las conquistas democráticas, reivindican al general Videla y demás genocidas, niegan que haya habido terrorismo de Estado y 30.000 desaparecidos, se alinean incondicionalmente con Estados Unidos e Israel, dos potencias que practican genocidio en Gaza. Milei y Villarruel son fascistas como Netanyahu, Bolsonaro y Abascal (Vox de España). Esa condición quedó ratificada por Villarruel en el debate de los candidatos a vicepresidentes del 8/11, que se hizo en TN, el canal de Clarín (¿y la Televisión Pública para qué está?).


EL LÍMITE ES EL FASCISMO

Massa subió del 27 al 36,7 por ciento de los votos, por múltiples razones. No sólo porque se despertó el aparato electoral del Partido Justicialista, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, y por las barbaridades que dijeron Milei, Villarruel y varios candidatos de La Libertad Avanza, engreídos y confiados en que ese 22 de octubre podían vencer en primera vuelta.


Sin menospreciar esos factores, también pesó un sector del electorado que valoró el despectivamente llamado “plan platita” de paliativos frente a la pobreza y la inflación. Y, por eso mismo, reflexionó sobre los aumentos que habría en el boleto del colectivo y del tren, que saldrían respectivamente 700 y 1.100 pesos en caso de un gobierno facho-libertario.


El negacionismo de los derechos humanos, por parte de la dupla fascista, también pegó fuerte en un vasto segmento progre y especialmente en la izquierda política y social. Como este sector fue el blanco predilecto de la terrorista Triple A en el final del gobierno peronista y luego de la dictadura militar cívica de Videla-Viola-Galtieri-Bignone, era lógico que en las filas de la izquierda, variopinta, se armara una guardia defensiva frente al riesgo fascista.


Esa comprensión fue relativa, porque de los cuatro partidos del Frente de Izquierda y los Trabajadores- Unidad (FITU), solamente uno, Izquierda Socialista, adoptó la postura correcta de votar críticamente a Massa para impedir el triunfo fascista, a sabiendas de qué clase de pájaro derechista es Massa. Su dirigente Rubén “Pollo” Sobrero dijo a AM750: “Yo soy de la Zona Oeste. En Palomar hubo un acto de LLA donde vino Villarruel. La gente de ahí era del barrio de la Fuerza Aérea. La consigna era ‘zurdos, los vamos a correr como en el 76’. Yo no voy a mirar para otro lado. Esto no significa que me guste Massa. Pero no voy a permitir que un fascista llegue al Gobierno”.


El Partido de la Liberación (PL) ya había fijado una posición similar: “hay que votar contra Milei e impedir la llegada al gobierno de semejante fascista. Si ya teníamos suficientes razones para votar en su contra, el pacto que se realizó en estos días entre Milei, Bullrich y Macri, agregó una razón más: lo apoya el PRO, el sector más reaccionario de Juntos por el Cambio que entre 2015 y 2019 nos endeudó con el FMI, cerró miles de Pymes, sumó desocupados y pobres, aumentó ganancias de los monopolios y bancos, entregó más aún nuestras Malvinas a los ingleses, agredió a pueblos hermanos como Cuba, Venezuela y Nicaragua, y dio carta libre a la Gendarmería para desaparecer a Santiago Maldonado en Chubut, en medio de la represión a los mapuches; y a Prefectura para asesinar a Rafael Nahuel en Río Negro, aumentó los casos de “gatillo fácil” con las felicitaciones al policía Chocobar y encarceló a numerosos presos políticos”. Agregaba el comunicado: “El PL llama a votar contra Milei, para derrotarlo. No caben las “terceras posiciones”, ni el voto en blanco, ni la seudo neutralidad, ni el voto impugnado que adoptan otras fuerzas del campo popular”.


Lamentablemente los otros tres partidos del FITU y otras organizaciones que pecan de izquierdismo y sectarismo se mantienen en sus trece. No tienen la sensibilidad popular para ver el tremendo riesgo que amenaza al pueblo y la necesidad de sumar para un frente antifascista.


EL GENOCIDIO EN GAZA

La mayoría de los medios de desinformación repiten a toda hora que lo que se vive en Medio Oriente sería una justificada respuesta de Israel frente al “ataque terrorista de Hamas” del 7 de octubre. Es una mentira muy grande, porque ese ataque fue la consecuencia de 75 años de una política de arrasar tierra y pueblo palestino por el estado sionista, desde mayo de 1948, con la Nakba o Catástrofe, para poner un jalón inicial (la “limpieza étnica” había comenzado antes).


La operación “Inundación Al Aqsa” no sólo está justificada por esa larga opresión sufrida por los palestinos en general y de Gaza en particular, sino que política y militarmente fue un duro golpe al neonazi Benjamin Netanyahu. Por supuesto que nos duelen los muertos israelíes civiles del 7 de octubre (una parte de los 1.400 muertos, porque muchos de éstos eran militares y civiles armados) y deseamos que los 230 rehenes israelíes, entre ellos 21 con pasaporte argentino, sean liberados mediante el intercambio por 6.000 presos palestinos que Israel tiene en sus cárceles desde hace años. Ese canje por ahora no es posible porque Tel Aviv no acepta frenar sus crímenes y mucho menos una negociación para liberar rehenes por presos palestinos. ¡Peor aún, con sus bombardeos han asesinado a decenas de sus propios rehenes!


Al 10/11 el ministerio de Sanidad palestino informó de 11.078 muertos palestinos, entre ellos 4.506 niños y 2.918 mujeres. Se estima que hay 2.000 desaparecidos, muertos o heridos bajo los escombros de viviendas y edificios y unos 30.000 heridos. No se salvaron de las bombas y misiles ni las escuelas, ni hospitales, campos de refugiados, refugios de la ONU, etc. Cortaron la luz, el agua y no dejan entrar comida ni combustible a Gaza, un lugar bloqueado desde 2007 por Israel, luego que Hamas ganara allí las elecciones democráticas el año anterior y se convirtiera en el gobierno, en tanto la Autoridad Nacional Palestina lo hacía en Cisjordania (en rigor en una mínima parte, porque el grueso de ese territorio está bajo dominio israelí y sus 700.000 colonos, en su mayoría fanáticos ultra religiosos y armados).


Algunos gobiernos de Latinoamérica han tenido una buena actitud frente al genocidio. Bolivia ha roto relaciones diplomáticas con Israel; Colombia y Chile han llamado en consulta a sus embajadores, como señal de crítica. En cambio la conducta del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa ha sido de abierta complicidad con Netanyahu. La postura oficial del gobierno fue, desde el primer día, de condena “al atentado terrorista de Hamas” y apoyo “al pueblo y el gobierno de Israel”. Massa llegó a decir y lo repitió en el segundo debate presidencial que él iba a declarar a Hamas “organización terrorista”. El 30 de octubre participó del acto organizado por el sionismo en Buenos Aires -la DAIA, la AMIA y la Organización Sionista “Argentina” -, con las embajadas de Israel y Estados Unidos, en apoyo al genocidio.


Cuando fue bombardeado el hospital Al Ahli y luego el campo de refugiados de Jabaliya, la cancillería de Santiago Cafiero emitió un comunicado, el 1/11, cuestionando esos actos de barbarie con centenares de muertos y heridos, si bien mantuvo su apoyo a Israel en su alegado “derecho a la defensa” y su condena a Hamas como “terrorista”. Sin embargo ese comunicado le pareció “horrible” al candidato Massa, tan alineado con el sionismo que también le debe haber parecido mal que Argentina el 27/10 votara junto a 119 naciones en la ONU a favor de un “alto al fuego” y “cese de hostilidades”.


Eso respecto a Massa. ¿Qué se puede agregar sobre Milei, un recluta de EE UU e Israel, dispuesto a romper con China y Brasil, salir del Mercosur y abandonar los BRICS? La bestia es tan sionista que prometió que mudará la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo los pasos en falso que en 2017 dio el neonazi Donald Trump. Paso en falso porque la Resolución ES-10/L.22 de la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el estatus de Jerusalén como capital de Israel como “nulo y sin valor”, durante el 72º período de sesiones de la Asamblea General, el 21 de diciembre de 2017.


Otra vez, sin ser iguales, Massa y Milei se parecen en la cuestión de Israel y el genocidio contra Palestina, con el fascista como el más ferviente aliado del opresor. Por eso, gane quien gane el 19 de noviembre, el destino de los argentinos será duro y trágico, mucho más si el vencedor es Milei. Eso sí, los dolores argentinos, actuales y venideros, son menores en comparación con los que está sufriendo el hermano pueblo palestino. Allí no hay guerra sino genocidio. Israel expulsó casi un millón de palestinos del norte al sur de Gaza que fue una cárcel al aire libre, luego un campo de concentración y hoy una fosa común. No hay ahí dos demonio sino uno.



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