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Hay críticas al gobierno pero no concretan planes ni recambios

Importante discurso político de Cristina en Chaco.



SERGIO ORTIZ

10 de mayo de 2022


LUCES Y SOMBRAS DE CRISTINA

Maquillada a full (“pintada como una puerta”, como ella admitió más de una vez) y vestida con una elegancia y precios que envidian sus vecinas gorilas de Barrio Norte, la vicepresidenta dio una clase magistral desde la Universidad del Chaco Austral. Lo de “magistral” no endiosa ni desmerece; alude a lo académico-político pues le entregaban un “honoris causa” de esa casa de estudios, una de las varias creadas durante su segunda presidencia.


El título fue “Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática”. Antes de opinar sobre el fondo de la disertación hay que decir algo: el nivel intelectual y expositivo de Cristina Fernández de Kirchner supera ampliamente al del resto de los líderes políticos del gobierno y la oposición. Se notan los años de lectura, experiencia política y parlamentaria, capacidad intelectual y riqueza de vocabulario, manejo del escenario, diálogos con la primera fila, uso de vocablos de moda y otros más peronchos para gusto de su hinchada, etc.


Su intervención duró más de una hora y media, alimentando la admiración de su base política, que la considera una genia y estadista. Y provocó odio, envidia y admiración oculta entre sus enemigos, la oposición derechista de Juntos por el Cambio y la fauna mediática concentrada que se ocupa de ella las 24 horas. Esos sentimientos adversos en parte también pueden haber recorrido a dirigentes que revistan en el oficialismo, pero en fracciones opuestas a la cristinista. Se sintieron impactados por algunos misiles disparados en su discurso que, aún por un “honoris causa”, no fue académico sino profundamente político, como era lógico.


En una lideresa con fama de engreída y poco propensa a la autocrítica hay que subrayar que admitió que la marcha del gobierno es decepcionante. “Creo que no le estamos haciendo honor a tanta confianza, a tanto amor y a tanta esperanza que nos depositaron”, admitió.


Esa conclusión se derivaba de una situación donde enumeró que los trabajadores con empleo viven por debajo de la línea de pobreza, fenómeno que antes no se daba. Si ese es el infierno que padecen quienes tienen empleo registrado, el 40 por ciento de los trabajadores, en la informalidad, está mucho peor. Y lo mismo los millones que sólo tienen el Potenciar Trabajo (en mayo, de 19.470 pesos) o sea la mitad de un salario mínimo. Un panorama similar es el de 5 millones de jubilados y pensionados que cobran la mínima y viven con un ingreso menor a la canasta de alimentos.


La vicepresidenta se hizo eco de esas realidades y asumió, en parte, la responsabilidad que le toca aunque no conjugó el verbo equivocarse en primera persona del singular.


Se podrá decir que ella busca zafar de la responsabilidad y derivarla casi toda en el presidente y el ministro de Economía. Puede ser. Sin embargo lo más grave es que no hizo propuestas concretas de qué políticas y planes deben implementarse ahora para salir del fondo del mar. Tampoco propuso qué funcionarios serían los más aptos submarinistas para llevarnos a la superficie. La crisis es tan profunda que no se arregla acercando al presidente el nombre de un joven candidato a secretario de Comercio Interior, como cuando se lo rebotaron hace dos años.


FUERA EL FMI

En el análisis crítico de Cristina hubo señalamientos correctos, pero parciales, que limitan su aporte a superar una crisis básicamente legada por la herencia maldita del macrismo (este gobierno no hizo inventario y peor aún, la convalidó y legalizó, como la estafa de la deuda externa con el FMI).


La oradora cuestionó la alta inflación, que en marzo fue del 6,7 por ciento y que en abril podría rozar el 6. Polemizó bien con los economistas y políticos neoliberales que atribuyen ese fenómeno a la emisión monetaria, un defecto que achacan al “populismo” y sus bonos a los pobres.


Ella en cambio puso el eje en la economía “bimonetaria” y los manejos, fugas y ventas de dólares que en nada fortalecen las reservas del Banco Central. Así volaron los 27.000 millones de dólares del superávit comercial de 2020 y 2021.


Estuvo bien su disparo a los empresarios que sobrefacturan sus compras de insumos para pedir dólares al cambio oficial al Central o que fugan. ¿Pero qué solución plantea la vicepresidenta en relación al dólar? ¿Acaso la nacionalización del comercio exterior? ¿La anulación del decreto 949/20 y reestatizar puertos, controles y aduanas sobre el Paraná? ¿La nacionalización de la banca, para poner el crédito al servicio de la producción nacional no monopolista e incidir en el manejo de las divisas? No. No hubo ninguna propuesta de esa índole. Apenas un comentario sobre que las divisas del superavitario comercio exterior no estaban en el Central de Miguel Pesce.


Y aunque hubieran estado allí habría sido por poco tiempo pues el cronograma de pagos de la deuda con el FMI, por los intereses de la estafa macrista, hay que seguir afrontándolos puntualmente (el capital se pagará a partir de 2024). Otro tanto con los intereses de la renegociación con BlackRock y fondos privados acreedores, cuyo principal también habrá que empezar a pagar en dos años.


La deuda externa es el gran asunto que condiciona la economía, la vida de 46 millones de argentinos y de la democracia, porque desde el 25 de marzo pasado, cuando Kristalina Georgieva dio por aprobado el acuerdo con el gobierno argentino, se inauguró un cogobierno.


El título de la conferencia de CFK fue “Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática”. La pregunta, de cajón, es: ¿la capitulación con el FMI no es un motivo de fondo de la insatisfacción democrática? Su ausencia total en la hora y media de florida oratoria fue la falla estructural más grave. Cristina no dijo ni mu de la deuda, el Fondo y BlackRock. En eso, aplazada.


LA MARCHA PIQUETERA

Aún con esos puntos flojos de su ideología y política, CFK se puso del lado de las víctimas del ajuste fondomonetarista.


Alberto Fernández y Martín Guzmán-Matías Kulfas, en cambio, alegan vivir con las conciencias muy tranquilas invocando que el desempleo ahora es de “sólo” el 7 por ciento.


Eso no resiste la prueba de la práctica, pues ya se dijo que la mayoría con empleo vive por debajo de la línea de pobreza, estimada en 89.000 pesos mensuales.


En su pésimo gobierno, neoliberal, Carlos Menem dijo “estamos mal, pero vamos bien”. Parafraseándolo, Fernández, Guzmán y Kulfas parecen decir “estamos bastante bien y vamos mejor”.


Ellos se ufanan de un programa económico, que es el anunciado por el FMI el 25 de marzo pasado. Consideran que tiene consistencia por sus metas fiscales, monetarias y cambiarias; en interacción serían las bases para bajar la inflación. O sea que en su orden de prioridades lo principal sería cumplir con las metas fijadas junto con Georgieva, bah, en realidad con dos funcionarios que negociaron con Guzmán.


Lo secundario sería, en esa versión guzmanita del “vamos bien”, manejar precios y salarios, rubros donde tampoco pueden apuntarse victorias. Como los precios siguen tocándole el tujes a las nubes, los sindicatos están negociando paritarias del 60 por ciento, con dos o tres revisiones. Y la inflación del año, prevista entre el 38 y el 48 por ciento en el acuerdo con el Fondo, quedó desactualizada pues superará el 60.


En domesticar a los gremios no tienen éxito, pese a la condición de especies domadas de la mayoría de los burócratas sindicales. Peor le va al gobierno en sus negociaciones con popes empresarios. Estos remarcan precios, entregan menos productos y eluden multas; echan las culpas a Putin y la guerra en Ucrania, a otras instancias de la cadena de comercialización, etc.


Cristina hizo críticas a esos empresarios monopólicos en cambio Guzmán se reunió como buen amigo con ellos. Primero con la UIA, luego con el grupo Llao Llao liderado por Eduardo Elsztain (IRSA, Cresud, Banco Hipotecario) y por último en el Alvear Palace con la proestadounidense CICYP presidida por Daniel Funes de Rioja (UIA y Copal).


Su idea es lograr una alianza con estos monopolios y banqueros para sostener su plan económico-social. De corazón les habla a sus bolsillos, a diferencia de Juan C. Pugliese, dando incentivos para que ganen más millones de dólares con el modelo agroexportador extractivista y de ciertas ramas industriales, por caso el automotriz. El Estado piensa que también tendrá más dólares y acumulará reservas tal como le exige el FMI. Para pagar al FMI, obvio.


La protesta social se extiende y profundiza. El jueves 12 llegará una masiva Marcha Federal de los movimientos sociales y piqueteros a la Plaza de Mayo. Será la voz de los que no tienen qué comer. Que al bipartidismo no se le ocurra reprimirlos.

PROPUESTA PARA LA EX ESMA

Nuevas encuestas dieron cuenta de avances del fascista Javier Milei de cara a las elecciones de 2023. Sin dar por totalmente ciertos esos sondeos, es posible tal ascenso aunque está lejos aquel comicio. Y hoy el seudo libertario parece débil para romper el bipartidismo peronismo-macrismo, para decirlo en forma esquemática.


La bronca de buena parte de la sociedad apaleada por la pobreza y aún el hambre, pega de lleno en los partidos tradicionales. En el fondo, ese fue el motivo por el que Cristina eligió ese tema para su devolución a la distinción en Chaco. Hay insatisfacción con la democracia porque con ésta no se come, no se educa y no se cura. Y en ese río de insatisfacción quieren pescar Milei y los suyos.


Ese fascista no creó la crisis, que es preexistente.


Hacen falta propuestas antiimperialistas y populares, no tibias como las de Cristina y La Cámpora, y menos aún fondomonetaristas como las de Guzmán y Fernández. Y nunca fascistas y neoliberales como las de Milei y Espert.


La solución antiimperialista y popular quiere frenar la inflación con medidas de fondo contra monopolios y formadores de precios. Propone estatizar el comercio exterior y subir las retenciones. Anular el decreto 949/20 que quiere reprivatizar el Paraná. Hacer una reforma tributaria y poner un impuesto a la riqueza, a pagar todos los años. Estatizar la banca, comenzando por la nacionalización de los depósitos bancarios, pagando bien a los clientes. Y último, no menos importante, anular el acuerdo con el FMI, auditar la deuda y y suspender el pago.


Ese es el meollo del asunto. Sobre un tema menor va una propuesta a la secretaría de DD.HH.: organizar una muestra en la ex ESMA sobre los 77 años del triunfo soviético sobre el nazismo. E invitar a los fascistas Milei y Espert para que se vuelvan locos viendo flamear la bandera roja victoriosa.


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