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Hoy peronistas y ayer macristas, pero el bacalao lo corta el FMI

Buscan acuerdo en Washington, luego va al Congreso y después “a degüello”.



SERGIO ORTIZ

7 de diciembre de 2021


SUBORDINACIÓN Y NADA DE VALOR

Desde el domingo pasado una delegación del ministerio de Economía y del Banco Central está en EE UU. Conversará con el staff del Fondo Monetario Internacional representado por Julie Kozak y Luis Cubeddu sobre un acuerdo en las condiciones de pago del dudoso crédito, fraudulento, que la entidad concedió en 2018 al gobierno de Mauricio Macri.


El préstamo récord de 57.000 millones de dólares fue concedido violando normativas de la concedente, además de reglamentos y leyes del país, incluso la Constitución. Como el macrismo llevaba a los tumbos el país a un abismo, el crédito se cortó en la marca de 44.500 millones. Ahora el meollo de la cuestión es convenir cómo y cuándo se va a pagar.


El gobierno de Alberto Fernández ya comenzó a hacerlo, sin haber hecho de mínima una auditoría, como aconsejaban algunos entendidos en la materia y exigió el nucleamiento “Autoconvocatoria por la Auditoría y Suspensión de pagos de la deuda externa”. Siguió abonando los intereses de ese crédito tan cuestionado y comenzó a garpar los vencimientos del principal: el 22 de septiembre pagó 1.900 millones de dólares y el 22 de diciembre tiene previsto hacer lo propio con otra cuota idéntica.


Tras ese trecho de sacrificios para la gente, que vino sufriendo ajustes en sus ingresos y condiciones de vida, viene directamente el abismo y la muerte: en 2022 se demanda pagar 19.000 millones de dólares y en 2023 otra suma similar. Y esa plata no está. O en todo caso la tienen los bancos y empresas monopólicas fugadores de capital a plazas del exterior y guaridas fiscales, donde hay 400.000 millones de dólares de argentinos que fugaron, eludieron y/o evadieron impuestos.


El calendario tiene colocada una horca para Argentina con fecha precisa de marzo de 2022. O al menos así lo vive el gobierno, el empresariado y los grandes medios de incomunicación, para quienes se acuerda con el FMI o se muere en un default. No les entra en la cabeza que puede haber vida luego de rechazar los acuerdos con la entidad regenteada por Kristalina Georgieva. Ésta es presentada como el rostro bueno en comparación con Christine Lagarde, aunque la búlgara y la francesa sean políticamente más que primas hermanas.


Como el gobierno de los Fernández es poco patriótico, aguardará el regreso de su delegación a Washington. Ahí Martín Guzmán redactará el proyecto de ley plurianual que enviará al Congreso. Aunque redactada en castellano por razones obvias de decoro, esa norma y sus reflejos en el Presupuesto 2022 contendrán fielmente las condiciones que pongan en el Norte. Mucha cháchara, se decía antes (ahora mucha sarasa), pero con sucesivos gobiernos el bacalao siempre se corta en la capital estadounidense.


FIESTA DE TECHINT Y LOS MONOPOLIOS

Entre otras condiciones, el Fondo exige bajar el déficit fiscal al 2,2 por ciento. Este año estaba previsto en 4,5 por ciento y Guzmán lo bajó a 3,5 haciendo buena letra previa al acuerdo. Eso se pagará, como ahora pero mucho más que ahora, con ajuste y licuación de salarios y jubilaciones. Esa amarga medicina ya se probó este año: el instituto CIFRA, de la CTA, informó que en el primer semestre de 2021 las jubilaciones y pensiones perdieron 6,9 por ciento y los salarios el 12,8.


El otro punto exigido por el prestamista es que el Banco Central tenga más dólares, con la obvia intención de cobrarse las cuotas del préstamo de 2018. Para ello el FMI impulsa el semicolonial modelo agroexportador y de otros renglones monopolizados de la economía, para que puedan exportar más. Y para que esos “verdes” se liquiden, Kozak y Cubeddu presionan por una devaluación, para facilitar que los monopolios del Complejo Agroindustrial Argentino se decidan a liquidar sus divisas.


Exportando soja, pellets, aceites, maíz y carne, más autos y otros productos no habrá grandes diferencias con la Argentina semicolonial fundada por la oligárquica “Generación del ‘80”. Habrá menos sustitución de importaciones, menos desarrollo industrial y una independencia de patas recortadas, a tono con la Suciedad Rural y una Unión Industrial Argentina (UIA). No por nada ésta se fundó en la sede de la Rural por una oligarquía terrateniente que reinvertía en la industria una parte de la renta agraria.


Esos monopolios quieren que el Estado les siga vendiendo un dólar oficial barato, con el argumento de que tienen que comprar insumos afuera y pagar deudas. Y cuando exportan quieren disponer a sus anchas de un dólar de 300 pesos cuanto antes, para quedarse con la diferencia y volver a fugar.


El gobierno ha bajado sus anteriores banderas “nacionales y populares” y fue al pie de la UIA, en su 27 Conferencia Industrial. Allí fueron desde Miguel Pesce, del BCRA, hasta Alberto Fernández pasando por el jefe de Gabinete, Juan Manzur.


Los discursos oficiales coincidieron en ofrecer varias cosas a Daniel Funes de Rioja y los suyos: vamos a acordar y pagar el FMI, quédense tranquilos en eso; ustedes tendrán créditos internacionales y todas las ventajas de ese arreglo. Otros pagarán la crisis de la deuda…


La otra ofrenda en dólares fue graficada por Pesce. Dijo que este año se exportará por 75.000 millones de dólares y que se necesita hacerlo por 90.000 millones para poder pagar al Fondo y crecer. Encima dejó entrever que habrá devaluaciones, desnudando al gobierno frente a Paolo Rocca y el establishment. Los precisa para exportar todo lo que se pueda y recaudar dólares para pagar al Fondo, de modo que la política económica la decidirán en definitiva los popes de ese empresariado. El dueño de Techint ya celebró porque las utilidades netas de Ternium fueron 40,1 por ciento sobre las ventas en el primer semestre de 2021. Y el festival de exportaciones le dejará muchos millones de dólares más para su empresa, con sede central en Luxemburgo.


Y como si esto fuera poco, el gobierno ha presentados proyectos de leyes para subsidiar, hacer reintegros y no aumentar retenciones por 20 años a las hidrocarburíferas y gasíferas. Ahí Techint pesca de nuevo, vía Tecpetrol en petróleo y gas, y con Transportadora de Gas del Norte.


PROFUNDAS Y MORTALES HERIDAS

Ese futuro dolarizado es brillante para esos sectores del privilegio. En cambio la vida será aún más dura para los trabajadores y jubilados que viven de ingresos fijos en pesos (ni hablar de los precarizados e informales sin ingresos fijos). Aquellos perciben cantidades ínfimas, como la jubilación mínima que a partir de diciembre subió a 29.061 pesos, un 40 por ciento de la línea de pobreza de 72.365 pesos.


Este es un país capitalista dependiente muy desigual y eso se profundizó, con los cuatro años de Macri, casi dos de pandemia y más de uno de ajuste con los Fernández. El futuro tiene mala cara, por lo que se viene luego de las trapisondas con el Fondo y las concesiones al poder concentrado.


En esas heridas pesa también la inflación, dibujada por Guzmán para este año como del 29 por ciento y luego reformulada al 47,2 que también se quedará corto, pues será 50 por ciento. Para el año próximo el dibujo es del 34,6 que será de 15 o más puntos, algo que al gobierno no le incomoda en un aspecto: con la inflación aumentará su recaudación impositiva y licuará sus gastos salariales y previsionales. En las espaldas de los más débiles, en cambio, serán como latigazos sobre carne viva.


No se trata sólo de los ingresos, alimentos y condiciones de vida, de por sí deplorables para más del 40,6 por ciento que vive en la pobreza. Eso es básico y elemental, pero además están las condiciones políticas y la situación del país mismo, que viene rodando por la pendiente de la crisis y la dependencia.


Los entreguistas y sus socios imprescindibles, los posibilistas, justifican que no queda otra solución que pagar la deuda externa y arreglar con el FMI. Dicen que nos faltan dólares. Falso. El economista y profesor universitario Horacio Rovelli publicó un informe sobre el superávit comercial de Argentina entre el año 2000 y octubre de 2021: 200.192 millones de dólares (El Cohete a la luna, 5/12).


Dólares hay, el pequeño detalle es que hay que desapoderar a los bancos, monopolios y exportadores, para que esas divisas sean del país, vía la nacionalización de la banca, el comercio exterior, puertos y ciertos renglones estratégicos como el energético, siderúrgico, etc, y con presencia del Estado en el rubro alimentos. Eso requiere una solución política popular, democrática y antiimperialista.


Dicen que no se puede. Que es una utopía, o peor, una locura. Eso mismo decían cuando nos mataba de ajuste y hambre la Alianza de De la Rúa-Cavallo-FMI, hasta el 18 de diciembre de 2001. Al otro día una rebelión popular ganó las calles. Ardió Troya. Pañuelos blancos de Madres y Abuelas, piedras de jóvenes y barricadas de todas las edades pusieron en fuga a helicópteros presidenciales y patrulleros policiales. Fue entre piquetes y cacerolas, cuando la lucha era una sola. Y así se abrió otro ciclo político mejor. Eso está en los libros, pero más importante, en nuestra historia reciente. ¿Será posible que hayamos perdido nuestra memoria?


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