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La variante Delta obliga a barajar, dar de nuevo y mejorar


Menos rosca política y más atención a dramas de las mayorías.



SERGIO ORTIZ

31 de julio de 2021


Un viajero que llegó desde Perú era portador de la variante Delta del coronavirus. Aunque su test dio negativo en el aeropuerto de Ezeiza, desde allí viajó a Córdoba y no respetó la semana de cuarentena a la que se había comprometido. En “la Docta” tampoco cumplió con el aislamiento y fue a visitar a parientes, a los que contagió con la rapidez característica de la variante nacida en la India. Ya en los primeros días había 14 contagios comprobados y 160 aislados, que rápidamente se hicieron 800 según los informes del ministerio de Salud del cordobesismo. Bah, en realidad de una funcionaria porque los demás están borrados hace tiempo, comenzando por el ministro Diego Cardozo, desde que se descubrió un médico trucho en el Comité de Operaciones de Emergencia (COE).


La variante más peligrosa del COVID-19 (un 140-160 por ciento más contagiosa, según los infectólogos), ya está entre nosotros.


El debate menos importante gira en torno al viajero irresponsable, asunto donde es lógico coincidir en fue un irresponsable total, por decir lo menos. En cordobés básico, un culiado. Desgraciadamente como es de nacionalidad peruana esto va a alimentar viejos prejuicios contra peruanos, bolivianos y paraguayos, en la onda xenofóbica de Bullrich-Pichetto, que no estigmatiza a norteamericanos, británicos y alemanes.


Mejor es reflexionar sobre la necesidad de reforzar los controles no sólo en Ezeiza sino también en el seguimiento de los viajeros que se marcharon a sus domicilios. Esto descoloca al macrismo y Juntos por el Cambio, que ni están juntos ni tienen por objetivo ningún cambio positivo. Esta runfla, con el protagonismo de sus estrellas mediáticas, se la pasó despotricando contra el cierre de fronteras, contra los cupos de llegada de viajeros y los controles. Esas limitaciones eran una forma de dictadura, para la derecha política y mediática. Este caso los deja en un offside que no necesita del VAR.


En lo inmediato, el gobierno de Juan Schiaretti, el mejor amigo de Macri, quedó muy salpicado, pero ¿acaso no tiene responsabilidad el gobierno nacional? Claro que la tiene, porque un buen desempeño no debe limitarse al primer test y que el arribado firme un papel, sino a seguirlo para verificar si la persona cumple el aislamiento. O, si fuera más práctico, a una internación obligatoria en un hotel, a cuenta del viajero. Lo otro, decirle “bienvenido y a cuidarse” es un saludo a la bandera. Lo correcto es tocarle timbre en su casa cada dos días o meterlo en un hotel y tener la llave del mismo.


Un método así sería catalogado de chino o stalinista, pero es lo apropiado para al menos limitar la llegada del Delta. En especial en provincias como la mediterránea, donde el 40 por ciento no acepta vacunarse. Una parte de éstos son terraplanistas que atrasan dos siglos. El remedio es francés: un pasaporte sanitario para entrar en cines o discotecas. No lo inventó José Stalin sino Emmanuel Macron, presidente de Francia.


NO ROMPAN LAS BURBUJAS

El caso cordobés es un parte aguas en la pandemia, porque oficializa la llegada de la variante más agresiva del virus. Y si bien hay elementos positivos que se han acumulado en la víspera, 42 millones de vacunas en el país y un ritmo de vacunación de entre 300.000 y casi 500.000 en algunos días de semana, el futuro inmediato es preocupante.


Lo es porque del total de la población los vacunados con las dos dosis de las diversas vacunas es el 15 por ciento. Y este es un dato a tener en cuenta, y no incurrir en el optimismo a lo Pangloss, de ingenuo o buenudo, porque si bien el porcentaje de vacunados en mayores de edad es más alto, esta variante está atacando también a franjas etáreas más jóvenes.


En ese sentido tiene un costado favorable en lo sanitario la llegada de vacunas “made in USA” (más allá del destrato de Pfizer, Moderna y Johnson y Johnson hacia la Argentina), porque dicen que servirían para vacunar a menores con comorbilidades.


Y hablando de menores, la novedad cordobesa debería servir de disparador para el debate sobre las clases presenciales en el país, no sólo en los pagos de Schiaretti. Es que allí tuvieron que establecer 8 o más burbujas en las escuelas adonde concurrían alumnos de las familias del contagiado peruano.


Otra vez los infectólogos plantean limitar esas clases presenciales, ante la posibilidad de contagios, al menos hasta que no avance a mejores porcentajes la vacunación con dos dosis. Parece algo muy sensato pero el cronista es pesimista respecto a que los gobernadores y la presidencia de la Nación tomen ese criterio sanitario. Y ni hablar de los precursores de las clases a cualquier precio, o sea Horacio Rodríguez Larreta y los gobernadores de Juntos por el Cambio.


Axel Kicillof en Buenos Aires y el ministro Nicolás Trotta en Educación están chochos con la reanudación de las clases después de las vacaciones de julio y habrá que juntar mucha fuerza para que den marcha atrás. O lamentablemente habrá que ver si crecen los contagios, el amuchamiento en los hospitales y camas críticas, más muertes, que ya superan los 105.000 en el país, etc, para que se atrevan a suspender las clases y la circulación de personas.


Hoy oficialistas del FDT y opositores macristas, tienen otras prioridades, ligadas a las PASO del 12 de septiembre. Lo demás puede ser importante, pero no es lo principal.


No les rompan las burbujas, no les rompan las pelotas: están concentrados en el tema electoral. Las prioridades están cambiadas para ese mundillo político. Y un ejemplo de ello es que el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, deja la cartera, donde hacía un muy buen trabajo, para meterse como candidato a diputado. Era clave en Salud, no en una banca...


NO SÓLO VACUNAS

Un aspecto de la labor gubernamental está en correspondencia con lo prioritario, tal la campaña de vacunación. Como se dijo, con límites, ha avanzado y mucho. Una buena noticia fue la llegada desde Moscú de 500 litros del principio activo de la Sputnik 2, para fabricar se supone en pocos días casi 800.000 dosis que esperan ansiosos 3 millones de argentinos con la primera dosis que aguardan la segunda.


En ese punto se ven claras las diferencias entre el gobierno y la oposición: el primero vacuna y la segunda está enferma de odio, que ni siquiera se atempera ahora que hubo negociación y claudicación oficialista con Pfizer, su bandera favorita en las campañas políticas.


En pandemia con las vacunas no basta. Hay que tener hospitales con todos los insumos y respiradores a full, sobre todo con el personal médico y de salud bien descansado y mejor pago. Y ahí se ve una situación despareja, porque en muchas provincias ese personal se queja de insuficiencias de todo tipo, en particular hubo marchas y protestas de enfermeras, especialmente en CABA donde el alcalde y presidenciable del PRO las rebajó de categoría profesional.


Pero no sólo allí. Hubo paros de médicos también en Córdoba, con cortes de calles por parte de galenos y enfermeros del Hospital Misericordia y otros nosocomios. Los nuevos profesionales contratados y sus haberes, de nuevos y viejos, distan mucho que desear, lo mismo a nivel enfermeros, personal de ambulancias, etc. Los bonos de Alberto Fernández y Martín Guzmán, o sea determinados por los compromisos que se tramitan ante el Fondo Monetario Internacional, tienen sabor a ajuste. Sabor a muy poco. Cómo será de grave el asunto que ATSA, del burócrata Héctor Daer, dispuso un paro nacional para el 4 de agosto.


Ajustar a la salud no es extraño por parte del macrismo, fiel a la línea de que “mueran todos los que tienen que morirse”, pero se ven los límites por ahora infranqueables del fernandismo.


Sus promesas de que este año los salarios van a ganarle a la inflación vienen siendo desautorizadas por la realidad. En mayo los sueldos aumentaron 2,8 por ciento y la inflación 3,3. En los doce últimos meses, la inflación creció 48,8 y los salarios del personal registrado el 40,7. Por supuesto los trabajadores no registrados perdieron más. En los primeros cinco meses la inflación superó los aumentos jubilatorios, de allí el anuncio de tristes bonos a los jubilados de la mínima.


Quiere decir que vacunas hay, no tanto como necesitamos, en particular la dosis 2, pero Argentina está en una posición favorable a nivel mundial. Otra cosa es que sean “nacionales” las vacunas que el gobierno publicita como tales. El grupo Insud que fabrica las de AstraZeneca es un socio menor del consorcio británico-sueco. Y el laboratorio Richmond que fabricará la Sputnik, ha habilitado un fideicomiso con el Banco de Valores por 85 millones de dólares, donde intervendrán monopolios de variado pelaje.


El cronista siente una sana envidia por la ciencia y biotecnología cubana, que aún sufriendo un bloqueo yanqui de 60 años pudo fabricar dos vacunas cien por ciento cubanas y otros tres candidatos vacunales.


De todos modos, vale la aclaración hecha antes: bienvenidas todas las vacunas.


Con eso sólo no alcanza. El gobierno debería tener el coraje de decirle a los argentinos que ante la llegada de la Delta no habrá clases presenciales por equis tiempo y se limitará la circulación por ese lapso. Hoy AF no considera ni siquiera herramientas menores como el carnet sanitario de Macron.


Tales restricciones requerirían de medidas económicas de sostén a los argentinos de pocos recursos, cuando hay 42 por ciento de pobreza y 10,5 de indigencia, para que ellos puedan alimentarse, vestirse, pagar sus alquileres y comunicarse.


Y ahí es donde falla el Frente de Todos. Sus ataduras con Kristalina Georgieva y sus limitaciones frente al poder de Techint, monopolios agroexportadores, banqueros, etc, lo inhiben de gravar a esas grandes fortunas. Y por eso no tiene con qué afrontar nuevos IFE y ATP.


La variante Delta es letal. El temor a los otros virus, los monopolios y banqueros, ídem.



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1 Comment


hmiret
hmiret
Aug 01, 2021

Muy de acuerdo…excelente descripción y…opinión de “lo que se debería hacer” !!!

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