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Mucha alegría, pero ganó Xiomara Castro, no Fidel

Honduras, gran victoria electoral del progresista partido LIBRE.



SERGIO ORTIZ

4 de diciembre de 2021


LA NEOCOLONIA

Honduras, uno de los cinco países centroamericanos, está en el podio tristemente célebre de los más machirulos y conservadores de la región, con fuerte influencia de todas las religiones. Y en política, uno de los más dependientes del imperio norteamericano, con cadenas económicas y las infaltables bases militares, por caso Palmerola.


En 2006 ganó la presidencia Manuel Zelaya, a nombre del centro-izquierdista Partido Liberal, pata del bipartidismo local; la otra, generalmente más fuerte, el Partido Nacional. En Washington no se preocuparon tanto, aunque prestaron más atención de ahí en más a lo que ocurriera en Tegucigalpa. Y luego Barack Obama tuvo su plan intervencionista cuando en 2009 aquel país decidió incorporarse al ALBA, Alternativa Bolivariana de Nuestra América, fundada un quinquenio antes por Cuba y Venezuela, que se iba engrosando.


Esa fue la señal de giro a la izquierda de Zelaya, más cerca de Hugo Chávez y Fidel Castro. Y fue la gota que colmó el vaso de Washington, por lo que el 28 de junio de ese año, 2009, un comando militar hondureño secuestró al presidente y lo puso en un avión rumbo al exilio a Costa Rica. La esposa del derrocado y deportado, Xiomara Castro, quedó en el país, siendo parte de una resistencia democrática que fue levantando cabeza, pero lentamente.


Honduras volvió a su triste condición de neocolonia yanqui, con el presidente golpista Roberto Micheletti y luego tres gobiernos muy antidemocráticos porque combinaron sistemas electorales viciados y una corrupción galopante, fraudes incluidos. Primero hubo un período de Porfirio Lobo y luego dos mandatos de Juan Orlando Hernández (JOH), todos del Partido Nacional.


La cosa ya venía de antes, pero con las presidencias de JOH, desde 2014 a la fecha, se acentuó la condición del país que encabeza el ranking regional de la pobreza, con el 75 por ciento de su población afectada. También como plaza de negocios del narcotráfico y carteles que exportan cocaína a EE UU y otros mercados. Un hermano del presidente, “Tony” Hernández, exdiputado, fue detenido en 2019 y condenado en marzo de 2021 a prisión perpetua por una corte de Nueva York, por haber enviado 185.000 kilos de cocaína a EE UU.


Varios testigos en ese juicio no sólo acusaron a “Tony” sino también al presidente JOH, como parte del mismo cartel narcotraficante, con ganancias societarias e invertidas en las campañas políticas y enriquecimiento personal de ambos.


Droga, carteles, sicarios y crímenes, llevaron a que muchos analistas calificaran a Honduras como un “narco-estado”, con altísimo índice de violencia y crímenes. Esto en general, además de los asesinatos políticos como los sufridos por lideresas sociales como Berta Cáceres y Margarita Murillo.


ES EL IMPERIO

Esta mezcla de corrupción, narcotráfico, golpes, fraudes, pobreza, bases militares norteamericanas, anticomunismo decimonónico y otros rasgos del estado salvadoreño no sólo fue descolocando a JOH, su familia y el Partido Nacional (su predecesor, Lobo, tiene a un hijo condenado por lavado de dinero y su mujer procesada por cobrar sobornos de narcotraficantes) también salpica a la élite bipartidista de EE UU. Esta quiere sacarse la mugre de encima y echarla toda sobre sus operadores locales, lavándose las manos, pero Bush, Obama, Trump y ahora Biden tienen una alta cuota de culpabilidad en lo ocurrido en el que hasta ahora fue su patio trasero.


El imperio levanta muros en su frontera con México y criminaliza a los inmigrantes, separa a los niños de sus familias, los encarcela y los devuelve a sus países de origen. Pero resulta que desde 2018 hubo 12 caravanas de migrantes centroamericanos que llegaron a México procurando acceder a EE UU, provenientes de Honduras. En vez de muros y cárceles lo mejor sería mejorar la vida en esos países centroamericanos, pero eso sería pedirle peras al olmo. Ahora la administración Biden habla de poner 4.000 millones de dólares en total a Centroamérica para mitigar esas migraciones. La suma es muy mezquina y además hay que ver cuándo se concreta.


Para no hacer una larga historia y sólo partir de 2009, todo el podrido régimen de Tegucigalpa tuvo que ver con el imperio: golpe contra Zelaya, aval al golpista Micheletti, a Lobo y a dos mandatos de Hernández, pese a que la Constitución prohíbe un segundo mandato. Con ese prontuario sería ingenuo pensar que el Departamento de Estado dejará hacer libremente al gobierno que asumirá el 27 de enero próximo.


SOPLO DE AIRE FRESCO

Xiomara no se limitó al papel decorativo de “Primera Dama” en los tres años de Zelaya en el gobierno. Desde una organización social se vinculó a los más necesitados y los ayudó, sin fotos ni propaganda. Y cuando sobrevino el golpe, se quedó en Honduras y participó de la creciente resistencia contra los gobiernos antipopulares. El viejo Partido Liberal donde militaba el matrimonio fue dejado por éste y el sector más progresista, que se unió a otros sectores de izquierda y fundó el Partido Libertad y Refundación (Libre).


En las elecciones de diciembre de 2017 declinó su candidatura presidencial a favor de unir a la oposición detrás de Salvador Nasralla, que llevaba cinco puntos de ventaja en el escrutinio. De golpe se cayó el sistema y, ¡oh sorpresa!, cuando se reanudó daba como ganador a JOH. Hasta la ultrarreaccionaria OEA pedía una reiteración del comicio pero al final, con EE UU y Trump de por medio, el corrupto tuvo nomás su segundo mandato.


La acumulación de negociados, droga, pobreza, violencia y sometimiento al amo extranjero, terminó carcomiendo al gobierno y posibilitó una victoria de Libre en los comicios del 28 de noviembre pasado. Además de presidente se elegían 128 bancas del Congreso, 298 alcaldes y 20 diputados al Parlacen (Parlamento Centroamericano).


Ella ganó con más del 50 por ciento de los votos y se convertirá en la primera mujer presidenta. Su victoria era previsible por el desgaste del régimen y por la catadura de sus oponentes. El que salió segundo, Nasry Asfura, del Partido Nacional, está investigado por desvío de fondos como exalcalde de Tegucigalpa. Y tercero fue Yani Rosenthal, del Partido Liberal, que el año pasado purgó una pena en EE.UU. por lavado de dinero del narcotráfico.


ES XIOMARA CASTRO, NO FIDEL

La electa tiene un fuerte apoyo electoral, pues según la última actualización del Consejo Nacional Electoral (CNE), sumaba 1.409.689 votos (50,63 %), contra 999.214 (35,89 %) de Nasry Asfura, del Partido Nacional.


Incluso podría tener inicialmente cierto crédito de una parte del electorado que no la votó, no así de la derecha que seguirá su campaña anticomunista de siempre, identificándola a ella y Zelaya como seguidores de Chávez para hacer del país “una nueva Venezuela” (cualquier coincidencia con la derecha de Argentina no es casual).


El marco regional también es propicio, con cierto fortalecimiento del centrista-progre Grupo de Puebla, con Andrés Manuel López Obrador de México y la posible sumatoria de Lula da Silva, con Brasil, en caso que gane los comicios de 2022. Eso más Argentina, Perú, etc, y por supuesto Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y otros miembros del ALBA.


Durante la campaña, Xiomara propuso 30 medidas principales para tomar en los primeros 100 días de gobierno. El Punto 1 fue: “Lucharé y apoyaré la derogación de las leyes de la dictadura: Ley del Consejo de Seguridad y Defensa, Ley de Secretos, Ley de Escuchas, Ley de Zonas Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), Ley de Coalianza, Ley del Congreso Nacional y demás leyes vigentes, aprobadas en la hemorragia legislativa del 2013 para conformar la dictadura”.


Las ZEDE son áreas del territorio sujetas a un régimen especial y donde los inversionistas están a cargo de la política fiscal, de seguridad y de resolución de conflictos. El país no tiene soberanía allí en ningún aspecto sino las multinacionales. Hay en funcionamiento tres ZEDE: Ciudad Morazán (Choloma), Orquídea (Colón) y Próspera (Islas de la Bahía).


Sin embargo, dentro del partido ganador ahora dicen que para eliminar la ley de ZEDE habría que “presentar un recurso de inconstitucionalidad una vez se elijan los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia dentro de dos años”. Si se quisiera derogar y anular la ley en el Congreso, haría falta una mayoría calificada que difícilmente se logre.

O sea que el Punto 1 del Programa está en veremos.


El Punto 6 era: “De inmediato abriré relaciones diplomáticas y comerciales con China Continental”. Honduras es de los pocos países, 15 en el mundo, que reconocen a Taiwán, una provincia china. Pero el vicepresidente electo, Nasralla, declaró días atrás a Reuters: “no hay relaciones con China, las relaciones siguen con Taiwán. Nuestro aliado comercial, cercano e histórico es EE UU. No nos queremos pelear con él”.


Con esos dos ejemplos se ilustra que el futuro gobierno tiene fuertes contradicciones internas; enfrentará una realidad dura que exige otra naturaleza social y política, más combativa y antiimperialista. Por ahora no la tiene. Se lo puede graficar con un apellido: hay alegría por la victoria de Xiomara Castro, pero obviamente ella no es Fidel.


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