Acuerdo vergonzoso con el Fondo Monetario Internacional.
SERGIO ORTIZ
8 de marzo de 2022
ES MALO, MALÍSIMO
El plan de Alberto Fernández es que el acuerdo con el FMI sea aprobado en Diputados el jueves 10 o viernes 11 de marzo y que el Senado lo trate el jueves 17. La carrera de obstáculos políticos está muy agitada porque el 22 del corriente mes vencen 2.800 millones de dólares del crédito concedido por aquella entidad al gobierno de Mauricio Macri. Y, como es público y notorio, no hay divisas, agotadas como están las reservas del Banco Central, entre otras cosas por haber venido pagando durante 2020 y 2021 al Fondo unos 7.000 millones de dólares del mencionado crédito.
El acuerdo de marras no es reivindicado como muy bueno y ni siquiera bueno por las dos personas que vinieron negociándolo desde casi dos años atrás. Ni Martín Guzmán, del ministerio de Economía, ni Julie Kozack, Subdirectora del Hemisferio Occidental del Fondo, se atreven a tanto. A lo sumo saludan algo que califican como “lo menos malo”, que así posterga un default, que sino habría una crisis mayor, etc.
Nadie se reconoce como padre o madre de esta “criatura”. Como dice el refrán, “ninguno se quiere hacer cargo del muerto”. Este es ya un dato político que ilustra sobre la naturaleza dañina, peligrosa y negativa del entendimiento enviado como proyecto de ley a Diputados el viernes 7.
Las voces críticas son muchas y variadas, incluso provienen del oficialismo. Expresión de esa disconformidad con lo pactado y con la forma como se negoció fue la renuncia de Máximo Kirchner a la titularidad de la bancada de diputados del Frente de Todos. Las muestras de disgusto siguieron. Aún con sordina, supuestamente para “no hacerle el juego a Juntos por el Cambio”, aquellas divisiones se harán notar con voces o silencios, votos en contra o abstenciones o ausencias cuando llegue la hora de la verdad en Diputados. Y después la historia seguirá en el Senado, cuya titular, la vicepresidenta CFK, aún no ha dicho “esta boca es mía”.
¿Tan malo es el acuerdo que les cuesta tanto salir a defenderlo y explicar alguna que otra cosa positiva?
LA COLUMNA DEL DEBE
Los críticos del pacto fondomonetarista subrayan aspectos muy negativos. Por ejemplo, que presionará por un ajuste antipopular profundo, toda vez que exige bajar el déficit fiscal del 3,2 del PBI previsto para 2022 a sólo 2,5. Y que en paralelo obliga a un recorte de la emisión monetaria a sólo 1 punto del PBI. Sumados ambos ítem, el Estado tendrá este año 14.000 millones de dólares menos para invertir y dinamizar la economía.
Entre el Memorando Económico y Social y el Memorando Técnico especifican que las tarifas deben tener mucho menos subsidio estatal, para bajar el déficit fiscal. Y aún segmentando tarifas de gas y luz, el grueso de la población tendrá un aumento en esas boletas del 43-45 por ciento, o sea el doble de lo estimado antes de la negociación con Kozack y Luis Cubeddu, jefe de la misión del Fondo en Argentina. Al margen de esos conciliábulos, el conflicto armado en Ucrania viene elevando los precios del petróleo y el gas, y va a incidir en mayores gastos en dólares para las importaciones argentinas, en subas de tarifas y combustibles. ¡Que quede claro: esas subas no serán culpa de Putin y su ingreso en Ucrania, sino inicialmente y en buena medida por los compromisos del gobierno con el Fondo!
En los casi dos años de negociación incluso había altos funcionarios del gobierno que desconocían el tipo de acuerdo que se tramitaba. Alberto Fernández se quejó ante Guzmán de que recién el 5 de enero pasado se enteró que era una refinanciación, o sea de un nuevo crédito del Fondo para pagar y legalizar el concedido a Macri. Creía que era una mera reprogramación…
Es un nuevo crédito, que a diferencia de lo que alega la parte argentina, tendrá más sobretasas e intereses a pagar, que incrementarán los 45.000 millones refinanciados. Y esa parte habrá que ir pagándola en forma puntual, en tanto el período de gracia hasta 2025 es para los vencimientos semestrales del principal.
Los desembolsos del nuevo crédito forman parte del relato y desinformación que practica el gobierno. El Fondo desembolsará dólares siempre y cuando el gobierno haga todos los deberes de ajuste. Pero el grueso de esos desembolsos no dejará “dinero fresco” en nuestras arcas sino que volverán a Washington. Serán meros asientos contables, para que la entidad con sede en esa capital recupere la plata prestada en 2018.
Según las medias verdades de Guzmán, en 2022 el Fondo dejará acá 7.000 millones de dólares más que los vencimientos del año. Lo que no dice es que esa suma es la que Argentina ya le pagó entre 2020 y 2021, sin haber hecho ninguna auditoría ni impulsado las denuncias penales existentes contra Macri y sus ex funcionarios por la estafa del megacrédito.
Y siguiendo con los desembolsos (léase asientos contables), en 2023 el Fondo desembolsaría 16.615 millones de dólares, pero los pagos serán de 18.800 millones. Argentina sería 2.200 millones de dólares más pobre.
Y en 2024 los desembolsos serán de 1.100 millones de dólares, pero los pagos de 4.700 millones, o sea tendremos 3.600 millones de dólares menos.
Con esas sumas y restas, estamos al horno. Los 7.000 millones de este año no son plata “de arriba”: eran nuestros y se los habíamos pagado al cuete. En 2022 y 2023 habremos pagado 5.800 millones más de lo que ingrese desde el Norte. Y en 2025, cuando empiecen los vencimientos fuertes, sobre todo desde 2026, no habrá cómo abonarlos.
Cuando eso ocurra, o antes, el Fondo, convertido en cogobierno de nuestro país, exigirá reformas laborales y previsionales mayores a las que pueden comenzar desde este inicio. Demandará la entrega de recursos naturales. También la privatización de empresas públicas o su cierre, como Aerolíneas. Etc.
EL COGOBIERNO
Ya se sabía que el Fondo revisará trimestralmente lo firmado, para que el Estado no se aparte ni un milímetro de lo comprometido. Es lógico que millones de argentinos se sientan estafados por esta declaración del ministerio de Economía: “Estamos seguros de que nuestras políticas son las adecuadas para alcanzar los objetivos del programa y estamos listos para tomar las medidas adicionales que sean necesarias para tales fines. Consultaremos con el FMI sobre la adopción de estas medidas y en forma previa a cualquier revisión a las medidas contenidas en este Memorando, y evitaremos cualquier política que no sea consistente con los objetivos del programa y nuestros compromisos en el contexto de este”. Habrá un flujo de información constante entre el Gobierno y el FMI. Algunos datos deberán ser enviados a Washington a diario.
Vergüenza ajena. Un gobierno bicéfalo, con dos banderas.
¿QUÉ CRECIMIENTO Y CUÁL INFLACIÓN?
La sarasa gubernamental quiere hacer creer que se podrán pagar los vencimientos con “el crecimiento” de la economía.
Pero el 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa, tal “crecimiento” fue explicado por el presidente con el ejemplo de mayores exportaciones del complejo agrosojero. Se podían crear 700.000 puestos de trabajo. Tal proyecto de ley ya estaba en 2020, redactado por el medio centenar de entidades del agrobusiness agrupadas en el Consejo Agroindustrial Argentino. El requisito sine qua non es que les garanticen estabilidad fiscal por 10 años y eliminen todas las retenciones, incluida en la soja.
El acuerdo con Kristalina Georgieva será un chaleco de fuerza para la economía. Horacio Verbitsky lo admitió en “La cuestión de fondo” (El Cohete a la luna, 27/2): “mientras la economía crece al 4% anual (este año sí, pero el Memorándum contempla una caída posterior a poco más de la mitad, de 1¾ a 2¼% en los años siguientes)”.
Si no crece la economía, no digamos a tasas chinas del 10 por ciento anual, ni siquiera en forma sostenida al 5, no habrá manera de crear empleos, mejorar los salarios y jubilaciones, atender al 50 por ciento de población que hoy se tutea y putea con la pobreza. Tampoco mejorar los ingresos del fisco, que además se autoprohibió cobrar el impuesto a las grandes fortunas (en esto el gobierno del FDT se ubicó a la derecha del Fondo, que es mucho decir).
El otro gran drama de los argentinos, sobre todo los de abajo y del medio, es la inflación, que genera plus de ingresos a los grupos dominantes que fijan precios y monopolizan los mercados (y en mucho menor medida al Estado porque aumenta su recaudación de impuestos).
La inflación del 2021 fue del 50,9 y este año andará por ahí o más. En los dos primeros meses del año fue del 4 por ciento mensual.
¿A qué se debe esa altísima inflación? Según Guzmán, “los cambios en los patrones de consumo de las familias, los problemas logísticos y de cuello de botella en las cadenas de valor globales y el incremento de los precios internacionales de los principales commodities, generaron tensiones en la evolución de los precios alrededor del mundo”. Una explicación falsa y a la medida del FMI, la Unión Industrial, AEA, Adeba, IDEA y demás monopolistas. Es que omite el rol de los 200 formadores de precios, que dominan los mercados, exportan, reciben dólares, suben los precios internos al nivel internacional, evaden, etc.
Aquella explicación oficial salva a Molinos, La Serenísima, Aceitera General Deheza, Arcor, Ledesma, Cargill, ADM, Bimbo, Coto, frigoríficos del consorcio ABC, La Anónima y manipuladores de los precios. IDEA, Adeba, AEA y otras cámaras han pedido la aprobación del acuerdo con el Fondo en el Congreso. Si ellos solicitan eso, en coincidencia con el gobierno y la derecha de Juntos por el Cambio, lo correcto es estar en la vereda del frente, tratando de unificar las protestas. Estas vienen en aumento aunque tienen un problema: un sector manifestará en la calle el 9 de marzo y otro espectro similar al día siguiente. Y dentro del recinto, una parte votará por el No y otros, más oportunistas, se abstendrán como para mancharse un poco pero no al punto de incendiarse políticamente. La unidad brilla por su ausencia en el FDT y Juntos por el Cambio, pero tampoco existe en el campo popular. En ese sentido es una crisis política transversal, que anticipa más divisiones y nuevos reagrupamientos.
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