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POLÉMICAS CON EL PCR

Comentario del libro de Cacho Cacopardo, “Córdoba por asalto”



Mural de Ivonne pintado en el frente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC. Tapa del libro de Cacho Cacopardo.





SERGIO ORTIZ. 26 de mayo de 2023


UN MUY BUEN LIBRO

Terminé de leer este libro, publicado por Editorial Babel en 2010, 240 páginas, al que encontré en una biblioteca popular de la que soy socio. El autor fue parte de la Generación del ‘70: estudiante, trabajador y militante revolucionario, preso político durante la dictadura militar-cívica, sobreviviente del terrorismo de Estado. Se recibió de maestro y posteriormente de profesor de Historia, siendo director de un colegio público en Río Negro.


Lo leí con muchísimo interés porque se refiere a la experiencia como presos políticos y secuestrados del autor y de su compañera María Eugenia Irazuzta (“Ivonne”), quien fue asesinada en el D2 de la Policía de Córdoba en abril de 1976, cuando tenía 28 años. Mi interés era doble porque ambos, Cacho e Ivonne, habían sido militantes de nuestro Partido, Vanguardia Comunista (VC), actual Partido de la Liberación (PL) y a fines de 1974 se fueron en dirección al Partido Comunista Revolucionario (PCR).


Es un libro necesario, sobre todo para las nuevas generaciones de militantes populares y también, por supuesto, para los viejos como es mi caso. Está bien escrito, se basa en vivencias políticas y personales. Pinta tal cual fue aquella época de fines del gobierno reaccionario de Isabel Perón y López Rega, al que apoyaba fervientemente la dirección del PCR encabezada por Otto Vargas, y el inicio de la dictadura militar-cívica con su represión elevada a la enésima potencia. A nuestro partido, VC, le costó la vida de 47 dirigentes y militantes.


En el libro de Cacopardo esas historias continúan hasta la llegada de los juicios a los genocidas en Córdoba, que condenaron a los criminales del D2, algunos de los cuales, como el “Tucán” Yanicelli, llegó a ser en 1994 el tercer jefe policial en importancia durante la gobernación de la UCR, con Oscar “Milico” Aguad como ministro de Gobierno.


El texto pinta muy bien cómo era la militancia de izquierda en esos tiempos, con dedicación a full, al margen que uno fuera “rentado” con un sueldo de maestro o siguiera con sus estudios, trabajos, etc, como cualquier hijo de vecino. Cacho, por ejemplo, con otros camaradas de VC, cuando aún estaba en nuestro partido, tenía una verdulería y acá cuenta anécdotas divertidas de nuestro dirigente Elías Semán, abogado y escritor haciendo de verdulero, resbalando y cayendo con unos cajones de verduras o frutas.


Además de la actividad política, con sus reuniones, luchas, detenciones, torturas, debates, divergencias y rupturas propias de la militancia, también se retratan las historias personales y familiares, los gustos culturales, las excursiones, los amores y separaciones.


El libro ayuda a conocer mejor a la Generación del ‘70, que peleó por el poder político, retomando un papel similar a la Generación de Mayo de 1810, la de la lucha por la Primera Independencia. ¡Cuánta falta nos hacen todos esos compañeros y compañeras! Y cuánto la ignoran los actuales dirigentes políticos de la burguesía, aún aquellas como CFK que proponen tomar la posta a los hijos de la generación diezmada. Claro que con ideales diferentes y aún opuestos a los de aquellos entrañables 30.000 desaparecidos. Porque apoyar el ajuste desde 2020 con el FMI, hacer negocios para la empresa israelí Mekorot y entregarle el agua de 6 provincias argentinas, y que te apoye como presidenciable el ladrón y corrupto burócrata empresario-sindical Luis Barrionuevo, como es el caso de Wado de Pedro, es honrar a aquella generación de palabra y en los hechos traicionarla.


REFERENCIAS AL PCR EN EL LIBRO

Si bien el libro es de tipo histórico, pero no un ensayo político propiamente dicho, a lo largo del mismo hay muchísimas opiniones y referencias concretas, situadas en un lugar particular, Córdoba, y en un tiempo dado, sobre todo el lapso 1974-1977.


También se mencionan organizaciones políticas y guerrilleras con nombre y apellido: Vanguardia Comunista, PRT-ERP, Montoneros y PC, entre varias otras. Lo llamativo, y desde mi punto de vista equivocado, es que al referirse varias veces al PCR, lo hace utilizando una sigla diferente, PCM. Siempre que lo menciona, varias veces en forma crítica como ahora veremos, lo hace con la inexistente sigla PCM si bien es obvio y evidente que se refiere al PCR, cuyo secretario general era Otto Vargas y al que pertenecía en Córdoba el dirigente de los trabajadores mecánicos René Salamanca, desaparecido en 1976.


Esa omisión de nombres y apellidos concretos no es general ni igualitaria. Del PCM (sic) sólo nombra a Antonio Marimón, colaborador de prensa de Salamanca en el SMATA, con opiniones favorables a quien se oponía a la línea oficial lopezrreguista de la dirección partidaria. En cambio no sólo habla de VC sino también de sus dirigentes, con sus nombres y apodos, “Cabezón” Roberto Cristina, “Turco” Elías Semán, “Almendra” Rubén Kritscausky, etc. ¿Por qué el autor, Cacho Cacopardo, hizo ese cambio de sigla y omisiones respecto al PCR?


De todos modos, su libro tiene mucho mérito por formular una serie de críticas a la línea del PCR y a las conductas de sus dirigentes nacionales y de la regional Córdoba, que paso a detallar.

Va un ejemplo. “En poco tiempo el análisis que hacía el PCM (sic) de la influencia rusa en Argentina nos pareció un poco conspirativo y terminó siendo peligroso. Se consideraba que había dos imperialismos: el yanqui y el ruso, siendo el último el que tenía mayor poder en nuestro país. Por eso en la medida que había sectores que aparecían como antirrusos, eran considerados aliados potenciales en la lucha contra ese imperialismo. Por ello desde el Partido se comenzaba a simpatizar en forma esquemática con militares y funcionarios de los gobiernos nacionales y provinciales, en quienes se visualizaban tendencias antirrusas. Esa visión del PCM (sic) habría conducido al partido a realizar acuerdos no muy claros, como uno que se celebró con el interventor Lacabanne. Hasta se llegó a rumorear que se había hecho una reunión del Comité Regional en Casa de Gobierno. En ese encuentro dirigentes de Capital habían llegado a plantear su colaboración con la represión de la guerrilla pues se veía a estos sectores como golpistas” (págs. 38 y 39 de “Córdoba por asalto”).

Para los que no conocen mucho de historia cordobesa, hay que recordar que en febrero de 1974 el jefe policial Antonio D. Navarro dio un golpe de Estado derechista y depuso al gobernador Ricardo Obregón Cano y el vicegobernador Atilio López, elegidos democráticamente el año anterior. Con el visto bueno del general Perón, la provincia fue intervenida y llegó el brigadier Raúl Lacabanne, con el jefe de policía Héctor García Rey, más la Triple A que en La Docta usaba la sigla de “Comando Libertadores de América”, conducido por el capitán de ejército Héctor Pedro Vergez, un asesino confeso (ver su libro “Yo fui Vargas”, diciembre de 1995). Estos fascistas intervinieron gremios combativos como SMATA y Luz y Fuerza, asesinaron militantes, pusieron bombas en locales políticos, robaron millonarios fondos públicos, etc.


Con esos fascistas se reunió el Comité Regional del PCR y llegó a acuerdos políticos, incluso se puso a disposición para colaborar y asesinar a guerrilleros. Lo dice el libro de Cacopardo, que entonces estaba con ese partido, aunque ya tenía muchas críticas al igual que Ivonne, Marimón y otros otros militantes.


Una cosa era criticar aspectos foquistas de las organizaciones guerrilleras, como hacía VC, y otra muy diferente sumarse a Lacabanne y la Triple A para asesinar a esos compañeros, que eran revolucionarios, más allá de sus errores. Vale la pena recordar que la orden de formar la Triple A la dio Perón con su “Orden Reservada del 1° de octubre de 1973” y comenzó a operar en 1974, siendo su primera víctima el diputado Rodolfo Ortega Peña, asesinado en julio de ese año.


En el texto queda claro que Cacho e Ivonne consideraban a los presos del ERP y Montoneros como compañeros, y procuraban la unidad en la lucha contra el terrorismo de Estado que los tenía presos y secuestrados a todos ellos. En todos los ámbitos había debates y discrepancias, y en las cárceles también también, pero esa pareja no consideraba a los presos de esas organizaciones como enemigos ni agentes del socialimperialismo ruso…


El mismo día del golpe fue desaparecido Salamanca, al que los dirigentes del PCR siempre levantaron como una bandera muy preciada. Pero leamos lo que dice al respecto Cacopardo, en su nombre y de Ivonne: “A dos semanas del golpe acordamos reunirnos con Jorge, el responsable de prensa del Comité Provincia. Había algunas posiciones del partido que no compartíamos. Lo primero que analizábamos era el silencio ante la desaparición de Salamanca, no lo podíamos entender. Frente a semejante omisión, teníamos que dar una respuesta urgente. Con Jorge decidimos entonces redactar un informe con una crítica y la propuesta de una inmediata pronunciación ante esa desaparición. Tampoco ahorramos objeciones frente a la postura del partido en relación al gobierno de Isabel; en Córdoba nunca entendimos los lazos que se mantuvieron en esa período con el interventor y represor de la provincia, Lacabanne, representante de lo peor del peronismo” (pág. 114 y 115, obra citada).


Esa postura antirrusa llevó al PCR a la errónea creencia de que el general Luciano B. Menéndez no los iba a reprimir y quizás hasta podría ser un aliado en la lucha contra los rusos. Un delirio total. En otro capítulo, Cacho cuenta de que en los primeros meses del 1977, estando preso, pudo hablar con “Susana, la abogada del partido”. Supongo que se refería a la doctora Susana Aguad, que siempre fue muy amiga de nuestro Elías Semán. Habían sido detenidos varios militantes del PCM (sic). “Ella (Susana) decía que por un lado la permanencia de nosotros, de Daniel y yo detenidos, mostraba la faz represiva de la dictadura. Y que esto a la vez contrastaba con informes del partido donde, haciendo eje en la política antirrusa, se llegaba a decir que el general Menéndez era de esa línea nacional y por eso no nos iba a reprimir” (pág. 155 y 156, obra citada).


Menéndez fue el titular del III Cuerpo de Ejército desde 1975, o sea desde el año anterior al golpe, hasta 1979, con jurisdicción sobre diez provincias argentinas. Ahí funcionaron 26 centros clandestinos de secuestro, tortura y desaparición del total del país según el CELS, aunque pueden haber sido varios más. Uno de los más importantes fue el de La Perla, por donde pasaron miles de secuestrados y la mayoría fue desaparecida. En agosto de 2016 el megajuicio de La Perla tuvo sentencia; inicialmente fue contra 52 imputados, 10 de los cuales murieron antes de las condenas. Menéndez fue el principal acusado, como autor mediato de 670 hechos de privación ilegítima de la libertad, 655 de tormentos, 331 homicidios y otros delitos de lesa humanidad. El genocida murió en 2018 con el récord Guinness de 13 condenas a prisión perpetua.


El horror de la dirigencia del PCR de haber considerado a Menéndez como “nacional” tiene semejanzas con el de la cúpula del PC, que apoyó a la dictadura considerando que el general Jorge R. Videla era “democrático” y el general Roberto E. Viola “nacional”.

Las dirigencias de ambos partidos (PCR y PC) intentan zafar de la inevitable crítica argumentando que ellos tuvieron muchos presos, secuestrados y desaparecidos, como Salamanca y César “Gody” Alvarez el PCR, y “Negrito Avellaneda” y Teresa Israel, el PC, y muchos más. Esto es cierto. Tuvieron numerosos mártires, pero eso no quita que sus respectivos dirigentes estuvieron muy lejos de orientar políticamente la resistencia popular contra la dictadura militar-cívica e incluso de caracterizarla como tal. En el caso del PC tampoco participó desde el inicio de la lucha popular, como sí lo hicieron otras organizaciones sociales como las Madres y Abuelas, y partidos políticos como VC, Montoneros, PRT-ERP, Ocpo, el otro PCML, etc.


DESDE 1974 EL PCR NO FUE REVOLUCIONARIO

En el libro “La generación del ‘70, Vidas y luchas de Vanguardia Comunista, II Parte” (Colectivo Emilio Mariano Jáuregui, 2010), hay un capítulo titulado “El divorcio de los maoístas”. Es de mi autoría. Allí explico que ambos partidos, VC y PCR, tenían acuerdos políticos y prácticos, basados en la afinidad maoísta, por la definición que en nuestro partido comenzó en 1965 y en el PCR en 1970, luego de su ruptura de 1968 con el PC. Esa unidad maoísta se rompió el 1 de mayo de 1974, en el famoso acto en Plaza de Mayo, cuando VC entró y salió de la plaza junto a la Juventud Peronista y los Montoneros, luego que el General Perón los echara a los gritos por “imberbes y estúpidos” (en realidad por “subversivos”). Lo hicimos en conjunto, cantando “Qué pasa, qué pasa General, está lleno de gorilas el gobierno popular”. En cambio el PCR se quedó en la plaza, junto a la JP Lealtad, la JPRA (“Jota Perra”), los burócratas de la CGT y 62 organizaciones, y los fascistas como Felipe Romeo de la Revista El Caudillo y cofundador de la Triple A.


Ese fue el comienzo del fin para la historia revolucionaria del PCR, que caería en lo más bajo del lodo durante el final de 1974 y todo 1975, defendiendo al gobierno reaccionario de Isabel y López Rega, junto con la Acción Anticomunista Argentina, que hasta el momento del golpe asesinó a unos 1.500 militantes populares. La cúpula de Otto Vargas apoyó a ese gobierno de derecha que pavimentó el camino al golpe de Estado. Decía defender al gobierno “popular” de Isabel frente al golpe de estado prorruso y proyanqui, sobre todo frente al “prorruso”, que para ellos era el peligro principal. Sostenían que el PRT-ERP y los Montoneros, o sea las dos formaciones guerrilleras más importantes, eran parte activa e integrante del golpe prorruso.


¿Acaso con el paso del tiempo la dirección nacional del PCR hizo alguna autocrítica de ese apoyo al lopezrreguismo? No. Hasta 1996, veinte años después del golpe, el PCR seguía considerando que el gobierno de Isabel Perón “representaba en general los intereses de la burguesía nacional tercermundista y tomó medidas que aunque reformistas tenían un carácter antiimperialista y antiterrateniente” (HOY Nº 602, 20/3/1996).


Producido el golpe de Estado reiteraron que los generales Videla y Viola eran prorrusos; hasta el proyanqui José A. Alfredo Martínez de Hoz, súper ministro de Economía, también sería prorruso. En el libro de Carlos Echagüe, “El socialimperialismo ruso en Argentina” se afirmaba que quien luego sería ministro de Economía de la dictadura era prorruso: “los rusos han capturado las posiciones hegemónicas, tienen a David Graiver como cabeza visible de una parte de la multinacional rusa en nuestro país, y a Martínez de Hoz, directivo de firmas de varios grupos monopolistas” (pág. 323).


Esas fueron nuestras polémicas y críticas a la línea lopezrreguista de la dirección del PCR, desde 1974, y las hemos sostenido hasta hoy. Siempre creímos que un análisis no marxista ni mucho menos creador de la sociedad argentina, y no saber diferenciar amigos y enemigos, diría Mao, los había conducido a semejante horror político. Secundariamente, los influyó negativamente su extremo dogmatismo “maoísta”, sobre todo su adhesión a la errónea “teoría de los dos imperialismos”, como si la URSS y EE UU fueran dos imperialistas iguales. En realidad para Vargas el ruso era el peor y más peligroso porque venía en ascenso, en tanto el yanqui estaba en retroceso luego de su derrota en Vietnam en 1975. Medias verdades con pésimas conclusiones políticas...


A VC, en cambio, la salvó de semejante derrumbe un correcto análisis de clase del capitalismo dependiente, sobre todo por los aportes de nuestro secretario general de entonces, Roberto Cristina, también desaparecido igual que Semán y otros dirigentes en 1978 en “El Vesubio”. Desde el I Congreso Nacional realizado en 1971 ellos habían clarificado que los monopolios eran el enemigo principal y el imperialismo yanqui era el imperio a derrotar. Esto redujo nuestro propio dogmatismo: VC también adhirió cuatro años a la errónea tesis de los dos imperialismos, pero siempre sostuvo que el yanqui era por lejos el enemigo central en Argentina y América Latina.


EL PCR ESTUVO CON LA SOCIEDAD RURAL EN 2008

Aquellas no son historias que se quedaron en 1976 sino que se reiteraron en otras oportunidades. Por ejemplo, el PCR fue aliado del fascista militar Mohamed Ali Seineldín que fue preso luego de protagonizar un intento de golpe de Estado en 1990. Elogiaron a Seineldín y a la movilización a favor de su liberación, en su periódico partidario HOY, del 19 de diciembre de 2001. Dijeron allí: “Seineldín fue encarcelado mediante un juicio-farsa, luego del levantamiento que encabezó oponiéndose a lo que llamó “la traición de Menem”. La decisión de Menem fue aplastar la corriente nacionalista y entregar la dirección militar a una cúpula liberal pro-imperialista.La larga cárcel de Seineldín, como rehén militar del régimen, ha sido el hecho con que las clases dominantes derrotaron a la corriente malvinera.La movilización por la liberación de Seineldín marcó la reaparición de la corriente nacionalista en la arena política nacional. Tiene mucha importancia para el futuro de la Argentina”.


Eso fue en 2001 y 2002. El PCR también estuvo del lado de la oligárquica Mesa de Enlace Rural entre marzo y julio de 2008, en contra del gobierno kirchnerista que había aprobado la Resolución 125 poniendo retenciones móviles a las exportaciones de soja. Juan Carlos Alderete y otros dirigentes de la CCC y el PCR estuvieron con trotskistas como Vilma Ripoll, festejando junto a los líderes de la oligárquica Sociedad Rural, Luciano Miguens y Hugo Biolcati, el triunfo de ese lock out patronal. Dijeron que era una “rebelión de los chacareros” y “la mayor rebelión de obreros rurales y campesinos pobres y medios de la historia argentina” (HOY 1221). En HOY 1222, 25 de junio de 2008, se cita a Otto Vargas en el lanzamiento de la campaña financiera, cuando dijo: “Se ha puesto de pie el principal aliado del proletariado en la revolución”. Repetía lo que había dicho el 9 de mayo de ese año en la Feria del Libro.


Y era un motín oligárquico que acumuló en política para lo que unos años más tarde sería el gobierno neoliberal de Mauricio Macri. ¿Qué llevó a la dirigencia del PCR a cometer ese crimen político? De nuevo aparecen dos aspectos muy presentes en esta polémica. Uno, su equivocado análisis de clase, porque una cosa son los chacareros y otra la oligarquía sojera exportadora. Dos, su errónea posición contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al que el PCR acusaba de estar aliado y expresar al “socialimperialismo” chino, supuestamente hegemónico en ese gobierno y el país en 2008. En realidad ese gobierno era gran burgués nacional, que en ese caso puntual de exportaciones había tomado una buena medida con mayores retenciones. Y China no era ningún socialimperialismo sino un país socialista, con peculiaridades nacionales, y lo sigue siendo hoy.


Último, pero no menos importante, para aquellas desviaciones del marxismo-leninismo del PCR deben haber tenido alguna influencia los acuerdos con sectores oligárquicos y monopolistas, y los derivados de ciertos apoyos económicos que habría recibido ese partido. En 2013 rompió un sector con el nombre de “Comité por la Reconstrucción del Comunismo Revolucionario” (CRCR), y denunció que “una mayoría consolidó una línea oportunista de derecha, expresada en una alianza con grupos económicos como El Tejar, Banco Santander, entre otros". El Tejar era uno de los pooles de siembra más poderosos y según ese grupo disidente le habría suministrado fondos a la CCC-PCR a través de una fundación. El Banco Santander le habría financiado la producción de electrodomésticos a la recuperada Renacer (orientada por la CCC), para que sus electrodomésticos fueran vendidos por Garbarino. Esos vínculos con El Tejar y Banco Santander se fortalecieron al calor del apoyo de la CCC y el PCR al lock out sojero de 2008.


La lectura del libro del compañero “Cacho” Cacopardo me llevó a recrear estas reflexiones sobre la historia de nuestra organización, VC, actual Partido de la Liberación, y las polémicas con la dirección del PCR. Si alguien se siente ofendido le pido disculpas, pero a la vez le explico que esta lucha ideológica es inseparable de la lucha política y en nuestro caso persigue dos objetivos. Uno, buscar la verdad de los hechos y aprender. Dos, fortalecer un Frente Antiimperialista y a su interior el PL como una herramienta política marxista-leninista-sanmartiniana. Y eso para mejorar el trabajo de masas y luchar por el poder político y la liberación nacional y social, avanzando hacia un socialismo sanmartiniano, o sea con particularidades argentinas.


Varias veces hemos cometido errores, algunos serios, pero nunca hemos calumniado ni dicho mentiras. En cambio, en el libro “¿Ha muerto el comunismo?” (Jorge Brega, “El maoísmo en la Argentina, conversaciones con Otto Vargas”, editorial Ágora, 1990), Vargas, por entonces secretario general del PCR, escribió una monumental mentira y gravísima calumnia contra nosotros. Dijo que “algunos dirigentes de Vanguardia Comunista llegaron a planificar incluso el asesinato de algunos dirigentes del PCR en plena dictadura” (página 168).

Falso, de falsedad absoluta. En 1976 estábamos luchando contra la dictadura militar oligárquica y proimperialista, desde antes del 24 de marzo, pues también habíamos peleado desde 1974 contra el reaccionario gobierno de Isabel, López Rega y la Triple A. No todos pueden decir lo mismo.





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