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Se termina la sarasa y llegan momentos de definiciones: pagar o vivir

En la víspera de una crisis política de proporciones.



SERGIO ORTIZ

14 de diciembre de 2021


LA POLARIZACIÓN

Hay señales de que el país avanza hacia un punto de inflexión de su crisis política y económica (la sanitaria, por suerte, a pesar de Ómicron, decayó).


Paradojalmente, puede decirse que la crisis económica tendría elementos materiales para no solucionarse pero al menos mitigarse. El PBI viene repuntando al punto que la previsión de Economía es que crecerá este año el 10 por ciento. Sería verdad, no sarasa.


Sin embargo ese factor positivo debe ser puesto en contexto: apenas supondrá recuperar los casi 10 puntos que se perdieron en 2020. O sea que no será escalar el Aconcagua sino salir de aquel pozo profundo y volver al sitio de partida, que era de por sí bajo pues era la culminación del año de pandemia y tenía el antecedente de los cuatro años de macrismo.


Aún considerándolo un dato auspicioso, también el mismo está amenazado por la emboscada y crimen que puede suponer para Argentina la conclusión de un acuerdo con el FMI para pagar la deuda odiosa de 44.500 millones de dólares contraída por el gobierno anterior.


Ese “brote verde” será arrancado por la mano criminal del Fondo, si se suscribe un acuerdo como el que viene anunciándose, por ahora en rasgos generales sin letra chica conocida pero con ajuste y condicionalidades very típicas que aquella entidad impone a los países endeudados.


La prueba de que estamos al borde del abismo fueron las dos plazas, una el 10 de diciembre y otra al día siguiente, de signos políticos muy diferentes.


LAS DOS PLAZAS

La Plaza del Día de la Recuperación de la Democracia, burguesa, hace 38 años, fue organizada por el gobierno para capitalizar los buenos sentimientos que provoca ese aniversario. Fue el fin del terrorismo de Estado y el comienzo, contradictorio y vacilante, de una valorización de los Derechos Humanos.


El Frente de Todos puso el 10 toda la carne en el asador y trajo a invitados de lujo regionales como Lula da Silva y Pepe Mujica, para darle más realce a la conmemoración y acompañar a Alberto Fernández y a Cristina Fernández de Kirchner, los oradores de fondo.


No fue una plaza repleta ni exultante ni feliz, porque en el inconsciente colectivo sobrevolaban dos verdades. Una, festejaban el día de la democracia cuando el gobierno actual mantiene 38 presos políticos, la mayoría en arresto domiciliario. Algunxs son de su propio palo político, como Milagro Sala, presa hace casi 6 años. La otra verdad, evidente pese al maquillaje y el show, es que el gobierno cantaba y bailaba para disimular que va a firmar un acuerdo claudicante con Kristalina Georgieva.


La otra Plaza, del sábado 11, fue convocada por sectores de la izquierda, con predominio del FITU, más la Autoconvocatoria por la suspensión de pagos de la Deuda externa, movimientos gremiales, piqueteros, derechos humanos, etc. Sus ejes convocantes eran claros, no ocultaban ni tergiversaban nada: No al pago de la deuda y el FMI, las estafas no se pagan.


Esta Plaza estuvo repleta y con alegría de quienes sienten que su movilización puede incidir para que la Patria no sucumba bajo la deuda externa. Hacía muchísimos años que estos sectores, por la propia, no desbordaban ese histórico lugar, con sus propias banderas y un documento consensuado. Y lo hicieron sin aparato, sin un canal de televisión que le diera manija y sin ningún diario, algo doblemente valioso.


LO QUE VIENE, LO QUE VIENE

Ciertos párrafos del discurso de Cristina dejaron traslucir la gravedad de la situación creada por el endeudamiento. Sugirió que debía investigarse a los fugadores de tantos millones de dólares en el gobierno anterior. Y que lo que se arregle con el Fondo no debía interrumpir el crecimiento ni suponer sufrimiento para el pueblo.


En relación a la investigación sobre los fugadores de capitales, es mucho mejor la propuesta de Soberanxs, de que Argentina denuncie ante la Corte Internacional de Justicia el crédito fraudulento concedido por el FMI en 2018. Claudio Lozano, Unidad Popular y CTA Autónoma están trabajando en un proyecto similar. Eso daría la posibilidad, según recalcó el economista Horacio Rovelli, de investigar y auditar una deuda que se concedió violando los reglamentos del Banco Central y el Ministerio de Economía, y el estatuto del FMI.


Sin embargo el gobierno de los Fernández no lo ha hecho y no lo hará, salvo que excepcionalmente al acuerdo final con el Fondo se trabe y sólo en ese caso quieran desde Buenos Aires apelar a aquella denuncia para justificar la demora en los pagos, que hoy se vienen haciendo puntuales.


En relación a que el acuerdo sería una medicina muy amarga, en realidad un veneno asqueroso, en la Plaza del 10 la vicepresidenta abrió paraguas antes que llueva. Al punto que el presidente le contestó: “tranquila Cristina, no vamos a negociar nada que signifique poner en compromiso el crecimiento y el desarrollo social. No tengas miedo que si el FMI me suelta la mano voy a agarrarme de la de cada argentino y argentina”.


Alverso demuestra que de política entiende poco y nada. El FMI no apuesta a darle la mano o a soltarle la mano, sino de apretarlo en la garganta con una garra mientras la otra la mete en los bolsillos, para llevarse todos los dólares del acuerdo que se firme.


UN DURO AJUSTE

La delegación de cinco miembros del ministerio de Economía y del Banco Central que estuvieron negociando en Washington con el staff del Fondo, ya regresaron. De su boca no salieron detalles, pero sí hubo un comunicado de la otra parte, que reconoce que hubo avances hacia un acuerdo sin fecha. Eso sí, el Fondo insiste en sus condiciones básicas. El gobierno debe disminuir el déficit fiscal y recortar subsidios a tarifas de gas y luz, reducir la emisión monetaria, reunir más dólares y que esas divisas tengan mejor cotización (léase devaluar) y que las tasas bancarias sean más altas para captar ahorros. Así los bancos tendrían más depósitos y la plaza se secaría, poniéndole límites a la reactivación económica. Esto último determinaría que no se usen tantos dólares para importar insumos y bienes intermedios necesarios para un mayor aumento del PBI, y que el mayor margen de superávit comercial vaya a pagar la deuda externa.


Del comunicado del Fondo, aún con generalidades, se desprendieron esas conclusiones. Del lado de Martín Guzmán, sigue la sarasa pues el lunes 13 fue a Diputados a presentar el Proyecto de Presupuesto Nacional 2022, pero no el proyecto de ley plurianual que según AF iba a entrar al Congreso en la primera semana de diciembre. Así lo anunció en su mensaje del 14 de noviembre en la noche de la derrota en las legislativas, y no cumplió. En ese proyecto plurianual iban a tener que poner, negro sobre blanco, las metas acordadas con el FMI. Por ahora lo omitieron y sólo hablaron generalidades del Presupuesto 2022, que no contempla pagos al Fondo, sólo de intereses pero no de capital. Esto supone que se va a firmar el acuerdo pues en los primeros tres o cuatro años sólo se abonaría intereses y postergaría las cuotas del principal.


Ese aspecto del Presupuesto es otro indicio fuerte de que el gobierno se encamina a una capitulación fondomonetarista como lo advierten personalidades defensoras del gobierno, como Mempo Giardinelli en su nota en Página/12 (12/12). Mempo lo dice con todo el dolor del alma y deseando estar equivocado. Lamento decirle que no lo está.


HOLA JOE, ACÁ ALBERT

Argentina no es Suiza y puede haber sorpresas, rupturas y cambios de último momento. No está demás recordar que este país tenía un “general majestuoso” para los popes del Pentágono y que ese mismo personaje, proyanqui hasta la médula, terminó dando la orden de desembarcar en Malvinas en abril de 1982. Una cosa es el curso previsible de los acontecimiento, pero la historia puede terminar con final imprevisto.


Hecha la salvedad, la marcha barranca abajo del gobierno terminaría en un mal acuerdo con el Fondo. Los datos se siguen amontonando. El 22 de diciembre pagarán 1.900 millones de dólares al Fondo en concepto de capital. El déficit fiscal previsto para 2021 era del 5.8 por ciento pero el ajuste de Guzmán lo dejará en 3.5, un ajuste que el profesor Rovelli cuantificó en 9.570 millones de dólares, equivalente a un billón de pesos, que deberían haber ido a mejorar salarios y jubilaciones.


Rovelli también alertó sobre los pagos del Banco Central a los bancos por Leliq y pases pasivos, de 135.000 millones de pesos en septiembre y 141.000 millones en octubre, con un acumulado de Leliq de 4,2 billones de pesos.


Los proyectos de ley de Fernández al Congreso en unidad con el Consejo Agroindustrial Argentino que nuclea a más de 50 cámaras del lobby agroexportador, y otros similares para los sectores hidrocarburífero, gasífero y minero, también prueban que el gobierno va por la pendiente del sometimiento. Procura que los monopolios allí nucleados tengan mayor poder exportador y mayor cantidad de dólares, con la ilusión de que los liquiden al fisco. ¿Para qué? Para pagar la deuda externa.


El otro elemento de prueba fue el presidente AF participando de la seudo Cumbre Democrática mundial organizada por Joe Biden, marginando a China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela y Bolivia. De ese engendro participaron Iván Duque, Jair Bolsonaro, el régimen de Taiwán y el impostor Juan Guaidó. Si Fernández dio la espalda a esos países tercermundistas, que podrían dar una mano en caso de ruptura con el Fondo, y optó por dar el presente a Biden, es porque quiere hacer buena letra.


¿Por qué y para qué lo hace? Obvio, para que EE UU avale el acuerdo con una Argentina arrodillada. Es un final cantado. “Para esto era”, diría el humorista “Osmar Amarilla” en el programa de Claudio Villarruel.


Si esto termina mal, entonces puede haber varias plazas y una bronca incontenible. Nunca la historia se repite igual, pero está fresca la imagen de veinte años atrás, cuando el helicóptero presidencial se iba de la Casa Rosada.


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