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Un 1 de Mayo con muchos locros y poca lucha de trabajadores

En un país muy desigual y con alta inflación, muy flojo el 1M.



SERGIO ORTIZ

2 de mayo de 2022.


POCA CLASE OBRERA “EN SÍ” Y MENOS AÚN “PARA SÍ”

El 1 de Mayo es el día Internacional de los Trabajadores y tuvo escaso suceso en luchas y reivindicaciones obreras en Argentina. Esto debe ser tenido en cuenta para medir cómo está política y sindicalmente ese sector. Y no sólo considerando al que viste mamelucos y borcegos sino incluyendo a muchos afluentes asalariados que se ganaron un lugar en esta clase por su trabajo manual e intelectual, sus reclamos, programas y experiencias.


Dos cosas negativas permanecen casi invariables por décadas.


Una es el estado de necesidad de los trabajadores, bajo sucesivos gobiernos y ni qué hablar las dictaduras militares-cívicas. Hoy el 40 por ciento de los trabajadores tiene trabajo no registrado, no puede hacer aportes jubilatorios ni tiene obra social. Y sus salarios están por debajo de los 50.000 pesos mensuales que da el promedio del conjunto de los trabajadores. Por eso buena parte de quienes tienen trabajo están por debajo de la línea de pobreza, fijada por el INDEC en 89.000 pesos.


La otra cosa muy parecida de tiempos pasados y actuales es la distancia sideral entre la dirigencia agrupada en Azopardo 802 y las bases de todos los sindicatos. A la CGT en los medios la llaman “central obrera”, pero es una burocracia de sindicalistas-empresarios, con íconos como Armando Cavalieri, Luis Barrionuevo y otros del Consejo Directivo.


Un dato lo confirmó: la CGT no convocó a ningún acto este 1 de Mayo. Antes por lo menos trataba de encubrir ese divorcio con el movimiento que dice representar. Apenas emitió un comunicado de prensa. Algunos burócratas organizaron locros, pero a precios poco populares, como la AGEPJ de Córdoba: 1.000 pesos el locro para afiliados y 2.000 para no afiliados.


Diferente fue la postura de un sector minoritario del sindicalismo, que acompañó a Máximo Kirchner en un plenario bonaerense que criticó el ajuste.


Se nota el abismo total entre la CGT y las de otros tiempos, como la CGT de los Argentinos de Raymundo Ongaro, la CGT Córdoba de Atilio López y Agustín Tosco, e incluso, sin llegar a esa altura, la de Saúl Ubaldini.


Esa es una verdad grande, pero con valores relativos, porque hay sectores obreros que, al ser castigados en carne propia, salen a defender sus derechos aunque no sea el 1 de Mayo.


En segundo lugar, los lugares vacíos que dejan los sindicatos los viene ocupando el movimiento piquetero, como se le decía, o movimientos sociales, como se les dice ahora. En marzo pasado hubo 800 piquetes y cortes de calles, 25 por día. Más allá de la furia del gobierno, la oposición y los medios hegemónicos, eso refleja las necesidades de los más humildes.


Y no es una originalidad. Ya ocurrió en los ‘90 y fue el anticipo de lo que ocurriría en 2001 con el Argentinazo. ¿Se repite la historia?


En esta ocasión el movimiento social se dividió en tres. El más numeroso y despolitizado se quedó en su casa, merendero y barrio, sin movilizar. Otro sector importante salió como UTEP, en apoyo crítico a Alberto Fernández. Y otro, también numeroso, con una postura critica al gobierno, fundamentada en su ajuste fondomonetarista, acompañó a la izquierda nucleada en el FITU, a Plaza de Mayo.


Para el peronismo quedó la preocupación de que parece rota “la columna vertebral” del movimiento. La izquierda también debería preocuparse, más allá del acto del FITU, porque falta mucho para la “clase en sí”, con luchas, y falta aún más a la “clase para sí”, con conciencia, proyecto y herramientas para llevarlo a cabo.


Aún así no hay piedra libre para el pesimismo. Estos no son tiempos de la Comuna de París ni de los Mártires de Chicago, pero son de profundas crisis política y económica-social. Y éstas pueden ser la base para proyectos obreros que no se enganchen en un capitalismo “fifty-fifty”. Eso sí, con muchos sacrificios, como los 147 fusilados en el cementerio de Pere Lachaise y los 5 ahorcados de Chicago.


REVOLOTEANDO SOBRE GUZMÁN

Si bien los responsables de la crisis económica son muchos, comenzando por el FMI, los monopolios, el gobierno de Mauricio Macri, y los pésimos acuerdos de refinanciación de deuda de Fernández, propios y extraños le están achacando toda la responsabilidad a Economía.


Martín Guzmán tiene una buena parte de la culpa, porque no pidió auditar la deuda fraudulenta ni suspendió los pagos, convalidó con quita la deuda aún más importante con BlackRock y fondos privados. Y terminó firmando con el FMI una refinanciación de 45.000 millones del crédito irregular de Macri y Nicolás Dujovne.


Ese acuerdo supone más ajuste, más deuda, más tarifazos, más retrasos salariales y jubilatorios, más inflación, más tasas de interés bancarias, más recesión, más devaluaciones y alzas de precios de alimentos. Y sobre todo pérdida de soberanía con ese cogobierno con Kristalina Georgieva, de inspecciones trimestrales, mensuales y semanales para verificar los compromisos.


Los responsables exceden al ministro y alcanzan de lleno al presidente Fernández, la vice Cristina y Sergio Massa, más la capa superior de funcionarios y gobernadores, el PJ, La Cámpora, la CGT, etc. Es incorrecto hacer responsable de todos los desaguisados económicos al ministro y salvar a los responsables políticos.


Además hay que precisar no sólo nombres de responsables sino, sobre todo, a las políticas del mal gobierno. Porque no se trata de cambiar una figura y seguir con todo el plan político igual o casi igual. Eso sería gatopardismo, o gatoperonismo.


A dos años y cinco meses de gestión, ¿por qué no se decidió la recuperación del 20 por ciento del salario perdido durante el cuatrienio de Macri? ¿Por qué no hubo una reforma tributaria para que el impuesto a la riqueza se pague todos los años y no sólo en 2021 como un “aporte voluntario”? ¿Por qué no se estatizó Vicentín y otras grandes exportadoras para incidir en el rubro alimentos y manejo de dólares para el Estado? ¿Por qué sigue el decreto 949/20 para volver a privatizar el control del comercio por el Paraná-Paraguay? ¿Por qué se votó en marzo pasado el acuerdo para pagar la deuda fraudulenta de Macri-Trump-Lagarde?


Muchas decisiones de ajuste se adoptaron desde mediados de 2021, y exceden el rol de Guzmán. Por supuesto que éste, Kulfas, Moroni, Pesci, Domínguez y Todesca merecen justas críticas e incluso, por qué no, ser renunciados en sus cargos.


Con dos condiciones.


Una, que se cambie efectivamente de políticas y no de nombres.


Dos, que los reemplazantes den el perfil de nacional y popular, cosa que no sucedería con el consultor empresario Emanuel Álvarez Agis y peor aún con el consultor del establishment, Martín Redrado.


El secretario de La Cámpora, Andrés Larroque, fue filoso para cortarle el rostro a Guzmán, diciendo que no lo había votado nadie. Cierto. Pero en situación más embarazosa está la plana mayor del gobierno, votada para hacer otra cosa. Y no lo hizo. ¿Y acaso toda la culpa fue de Guzmán?


Su comparencia ante los CEOs en el encuentro VIP en el Llao Llao no fue un descuelgue personalista sino ir otra vez al pie de Marcos Galperín, de Mercado Libre. Fue el periplo que él y el presidente Fernández habían hecho hacia el Coloquio de IDEA y los congresos de UIA y CICYP.


DERECHA-DERECHA

Clarín, Gaceta Ganadera (La Nación) y Desinfobae se hacen las panzadas con la dura interna del Frente de Todos. Aunque se burlan también de AF, su enemiga principal es Cristina.


Esa interna existe y hoy lo admiten todos los involucrados. Los albertistas claman por la unidad en torno al presidente y que los cristinistas se dejen de joder con fuego interno y vayan a las PASO el año próximo. Los cristinistas, más cercanos a las necesidades de la gente, piden políticas más distributivas y votaron en contra del acuerdo con el Fondo (algunos se abstuvieron). Piden varios cambios de políticas y nuevos rostros en la administración, donde Guzmán sería el primero que tiene que volar.


En esta guerrita interna la corriente más detestable es el fernandismo-massismo, pero sus críticos progres deben clarificar qué políticas antiajuste van a implementar, para dar verosimilitud a sus devaluadas políticas.


En cambio los medios concentrados tratan en cuentagotas las internas que agobian a Juntos por el Cambio, donde se atacan los “halcones” Bullrich y Macri con las “palomas” Rodríguez Larreta y Gerardo Morales (palomas que comen carne humana, como el primero quiere devorar a los que cortan calles y el segundo sigue picando carne de Milagro Sala).


Esa interna se agravó por la presencia no presencial, valga la expresión, de Javier Milei, un fascista peinado a lo John Lennon.


Hay mucha hipocresía y electoralismo en todos ellos. En todos, Milei incluido. Abrirle al facho las puertas de JxC depende de los cálculos electorales de cada socio: a Macri y Bullrich les gusta, a HRL y Morales no. Milei hoy no quiere pedir el ingreso a JxC porque cree que acumula más votos por afuera, condenando a toda la “casta”. Si juntara más capital electoral cree poder arrastrar a una parte del sector “halconístico” para 2023, algo poco factible pero no imposible.


Desde el FdT, alientan que Milei vaya como tercera opción con la obvia intención de robar votos por derecha al macrismo-larretismo.


En realidad todas las posibilidades están abiertas. Queda claro que los políticos que se centran en esas combinaciones y/o rupturas no tienen en cuenta las grandes necesidades y preocupaciones de la gente sino sólo su porvenir y cargos. Milei además de facho es también parte de la casta.


Si ya fue muy dañino que una buena parte del electorado creyera en las falsas promesas de cambio derechistas de Macri en 2015, con Milei adentro o afuera de la coalición, sus propuestas serán más reaccionarias.


Lo que demanda la crisis argentina es una propuesta antiimperialista, nacional, obrera y popular. Ni acuerdos con el FMI como el de Guzmán-Fernández con la venia de Joe Biden, ni acuerdos como el de Macri-Dujovne con la influencia de Donald Trump. Ni pactos con los monopolios como en tiempos de Macri-Dujovne, Caputo y Aranguren, ni los acuerdos con Funes de Rioja y Techint tramitados por Guzmán-Fernández. Ni tratados con los ingleses como el de Duncan-Foradori ni fotos sonrientes de Cristina con el embajador yanqui Marc Stanley y la generala del Comando Sur.


¿Parece muy radicalizada esta alternativa? Si así fuera querría decir que a esta crisis le falta madurar un poquito. Cuando esté a punto caramelo, el hundimiento del bipartidismo puede abrir la alternativa a una disyuntiva: o antiimperialismo como el que pregonamos o fascismo-neoliberalismo onda Milei-Espert-Bullrich-Biondini-Berni, juntos o por separado.


En ese caso posiblemente muchas de las palomas y los halcones anden revoloteando, casi amigables, en alguna terraza de Nordelta, Puerto Madero, Miami o Punta del Este, para no quemarse con las llamas del incendio social.


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