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Un libro que deberían leer los activistas y delegados de trabajadores

UN LIBRO MUY NECESARIO

“Historia de ATE Córdoba 1932-1984”, de Daniel Parcero.






Sergio Ortiz. 22 de marzo de 2023


Hoy terminé de leer este libro del amigo Daniel Parcero, al que conozco desde 1982 en Buenos Aires, cuando él militaba en el Partido Socialista de Izquierda Nacional (PSIN) dirigido por Jorge Eneas Spilimbergo, y yo, como siempre, en el Partido de la Liberación, PL, ex Vanguardia Comunista.


El ejemplar del libro, de Editorial CICCUS, me lo regaló el actual secretario general de ATE Córdoba, Federico Giuliani, cuando junto con el camarada Pablo Aguirre lo visitamos en su gremio, hace poco menos de un mes y él nos recibió junto con el dirigente Jorge Challup.


Es un libro muy bueno porque permite conocer la historia de ese gremio, de Córdoba, y también de ATE nacional. Y en el caso de Córdoba no sólo de la Capital sino también del gremio en el interior provincial.

Es necesario para informarse de las luchas de los pioneros, o sea directivos, delegados y trabajadores de este gremio, desde 1932 hasta 1984 (queda pendiente el período contemporáneo, que será aún más necesario porque las enseñanzas pueden ser más válidas para aplicar creadoramente ahora).


Además de bien escrito y documentado, en política el texto es bueno porque reivindica el período de ATE en el tiempo industrialista de Perón, con impulso a las empresas del Estado, con creciente número de afiliados en YPF, OSN, IME, etc. Y a la vez no oculta los giros a la derecha de ese Perón desde 1952 y el “Congreso de la Productividad” con el ministro Gómez Morales. Esas debilidades se acentuaron frente a la oposición de derecha que finalmente concretó el golpe de Estado de la “Fusiladora” de 1955.


Un dato: en los años ‘30 y ‘40 el personal de Salud ya era el más precarizado y de peores salarios de toda la administración pública. Cualquier coincidencia con los tiempos actuales no es casual.


Fue notable cómo la dirigencia sindical peronista de esos años se dividió y una parte importante fue servicial con la “Fusiladora” y llegó a acuerdos con esos golpistas, deslindándose y denunciando a la resistencia peronista que sí luchaba. Perón quería la unidad con todos, porque alegaba que necesitaba los ladrillos y también la bosta, porque todo le servía para construir…


Un período apasionante es el que abre el Cordobazo, bien tratado por Parcero, con profundas consecuencias en Córdoba y el país, cambios, radicalización política y gremial, etc. La diferencia política que tengo con el autor es la forma como destrata a las organizaciones político-militares, pues asegura que “asesinaban y secuestraban”. Textualmente: “la generación de hechos de violencia, la reiteración de atentados, secuestros y asesinatos perpetrados desde sectores de la izquierda peronista” (pág. 185). Y otro tanto dice del PRT-ERP. No Daniel. Eran organizaciones revolucionarias, que cometieron errores, pero fueron factor principal para terminar con la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse y seguir luchando después contra la oligarquía y la dependencia, lo mismo que la izquierda revolucionaria.


El libro da cuenta del período isabelino de alta inflación y de límites o topes estatales a las paritarias (otra vez, con muchos parecidos a la actual crisis). Los trabajadores afectados por las devaluaciones e inflación se levantaron y movilizaron en junio y julio de 1975, echando a José López Rega, Celestino Rodrigo, Ricardo Zinn y el resto del equipo isabelino.


Antes de producirse el golpe, el libro documenta que Isabel recibió a las autoridades de la CGT y de numerosos gremios, incluido ATE, para darles medallas entre otros a López Rega, Otero, Ivanisevich, y también a los generales Jorge R. Videla y Leandro Anaya, al almirante Emilio E. Massera y otros criminales que poco después darían el golpe genocida (pág. 189).


Producido el sangriento golpe de Estado la dirigencia de ATE y de otros sindicatos procuró llegar a buenos términos con la junta militar. Juan Horvath, secretario general de ATE nacional, fue colaboracionista con la dictadura en 1976. Con sus delegados, en un congreso de ATE realizado en La Falda, expulsaron a Víctor De Gennaro y Germán Abdala “acusados de ser mercenarios internacionales” (pág. 225). Con anterioridad la Comisión Directiva de ATE de Córdoba ya había apoyado en una solicitada la “misión Lacabanne” de la Triple A en Córdoba, disponiendo “mantener el gremio en estado de movilización en el irrenunciable propósito de enfrentar a los personeros de la sinarquía internacional” (pág. 181).


En cuanto al período revolucionario antes del golpe de 1976, anoté otra omisión del amigo Parcero, pues si bien habla del Viborazo, de marzo de 1971, no hizo ninguna mención a los sindicatos clasistas SITRAC-SITRAM, de Concord y Materfer, los grandes protagonistas de esa lucha. Tampoco habló de la experiencia del SMATA cordobés dirigido por René Salamanca que ganó el sindicato en 1972 con la lista Marrón y repitió su victoria en 1974. Estas fueron las experiencias más altas del sindicalismo combativo y clasista de Córdoba y una de las más altas a nivel país, pero en el libro no figuran.


En general los historiadores y sindicalistas ligados al peronismo hablan de los programas históricos del movimiento obrero e incluyen al de La Falda (1957), Huerta Grande (1962), el de la CGT de los Argentinos (1968) y luego saltan al de los 26 puntos de la CGT de Saúl Ubaldini (1986), pero se saltean el programa de Sitrac-Sitram (1971).


Otra omisión es que al analizar el período de la “Perra” Castro como máximo dirigente de ATE Córdoba, no se dice nada de la lucha de la Comisión Interna de IME, presidida entonces por nuestro camarada de VC, Luis “Negro” Domínguez, que lideró muchísimos reclamos. El libro sí informa que Domínguez encabezó la lista Morada y Blanca que en 1973 perdió por 110 votos frente a la lista oficialista patrocinada por Castro. Yo estuve esa noche en la puerta de ATE acompañando a Domínguez y sus compañeros.


Los ganadores en 1973 en ATE y Reginaldo Ramallo como nuevo secretario general son los que firmaron la solicitada maccartista mencionada más arriba, de alinearse con el gobierno de Isabel y López Rega, “contra los personeros de la sinarquía internacional”. La solicitada también atacaba a “los lacayos de los imperialismos en el ejercicio de su acción disociadora”. Esos fueron los continuadores que la “Perra” Castro apoyó. El “Negro” Domínguez era la opción combativa y clasista, que lamentablemente perdió.

Ese golpe de Estado de 1976 fue terrorismo de Estado y ATE lo sufrió no sólo con despidos, intervenciones, etc, sino también con secuestros y desapariciones, como se documenta muy bien en el capítulo 8 del libro con lo sufrido por los compañeros y compañeras de ATE del hospital Colonia Neuropsiquiátrico Santa María. Su sede ya había sido objeto de demolición con una bomba colocada por la Triple A en noviembre de 1975. Hubo 16 militantes de ATE fueron secuestrados y llevados al Campo de la Ribera, un centro clandestino de detención y tortura dependiente del III Cuerpo de Ejército, y luego a la cárcel.


Sintetizando: más allá de las críticas constructivas que mencioné, reitero lo principal: es un muy buen libro, de lectura y reflexión necesaria para el activismo sindical de ATE y del resto de la militancia gremial y política. Felicito al autor y a la Comisión Directiva de ATE Córdoba encabezada por Giuliani que lo patrocinó. El conocimiento crítico de esa historia es importante hoy, cuando es tan necesario, como antes, construir un gremialismo honesto, de bases, combativo, clasista y al servicio de la liberación nacional y social, por la patria socialista.


En suma, el gremialismo de Raymundo Ongaro y Amado Olmos; Agustín Tosco, René Salamanca, Atilio López, Jorge Weisz y Melitón Vázquez del Ingenio Ledesma, Rodolfo Walsh y Emilio Jáuregui, de Prensa; Carlos Massera, “Gringo” Bizzi, “Goyo” Flores y “Petizo” Páez, del Sitrac; Florencio Díaz del Sitram, Juan Villa de Perkins, Germán Abdala y Víctor De Gennaro de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Tomás Di Toffino de Luz y Fuerza, Alberto Piccinini y Victorio Paulón de la UOM Villa Constitución, Armando Jaime de la CGT Clasista de Salta, Marina Vilte y Carlos Fuentealba de docentes, Maxi Kosteki y Darío Santillán de los jóvenes piqueteros y tantos otros. Esa tarea nos desafía y convoca, mucho más en tiempos como éste, de crisis económica, política y social, de brutal ajuste realizado por el cogobierno del Frente de Todos con el FMI y cuando la derecha de Juntos por el Cambio y Javier Milei se agazapan para hacer otro ajuste mucho peor, más sangriento y más entreguista.


Ese sindicalismo de liberación es imprescindible. Como bien se refleja y resuena en varios pasajes del libro del compañero Parcero, sigue vigente la consigna de “se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical”. Esa burocracia, de los Vandor de antes y los Gordos de la CGT nacional de ahora y los Pihen de Córdoba, son traidores a la clase trabajadora y hay que barrer con ellos, juntando fuerzas desde las bases y uniendo los gremios de luchadores; ATE Córdoba es hoy uno de éstos.

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